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En el ecuador de la cincuentena

domingo, 16 de enero de 2011

X.- An appraisal after Christmas

Todo llega y todo pasa porque el tiempo nunca se detiene. Parece que fue yesterday cuando nos presentamos cargados de suitcases en Villa no children, when una parte del techo del mundo cayó sobre nuestras cabezas tras el amabilísimo portazo de quienes iban a ser nuestros hospedadores, pero en realidad han trascurrido ya cuatro meses y medio desde todo aquello.
Fijaos incluso que engrosa ya el archivo de los asuntos del año pasado. Por eso resulta oportuno hacer a first balance de la situación, una vez consumido el primer tercio de la estancia sabática en Magic Island y tras la breve visita navideña a la tierra que nos vió nacer (sí, Lady Messy también es boquerona).




 Cena de Navidad en familia.


Aunque resulte sorprendente confieso que nos daba pereza tomar el avión hacia Málaga. El love nest, la Durrell, Mont Nicolle school y la rutina diaria ejercen ya cierta atracción sobre nosotros, una especie de fuerza gravitatoria que nos absorbe y dificulta abandonar la órbita donde nos desenvolvemos ya con relativa comodidad. Tranquilos, que no son las secuelas de la Durrel party ni que estemos anhelando
metamorfoseándonos en qualified people, es decir, en endémicos de pata negra. No, no es eso. Yo creo que todo es fruto de esa capacidad extraordinaria del ser humano para adaptarse rápidamente incluso a situaciones adversas. La sensación es más cercana a la de David Niven en la famosa película "El puente sobre el río Kwai" que al engañoso síndrome de Estocolmo. Cada uno de nosotros nos hemos entregado al cumplimiento de las obligaciones contraidas y nos costaba un poco aparcarlas, perder la concentración que requiere ganar la batalla diaria, sentarnos a descansar quedando aún mucho camino por recorrer.


No es preciso derrochar dotes adivinatorias para darse cuenta de que estamos bien encajados en el lugar al que el destino circunstancialmente nos ha conducido. However, puedo deciros en confianza que hemos superado las tres fases que, a mi juicio, ponen a prueba la personalidad del  forastero mientras vive en tierra extraña. La primera etapa comienza en el mismo momento de la llegada al lugar de destino. Se caracteriza por una continua comparation between los valores propios de referencia y lo que percibimos. Dicha tendencia, que se me antoja inevitable, suele generar un rechazo de casi todo lo nuevo, tanto más acentuado cuantas más divergencias encontramos entre lo nuestro y lo ajeno. Obviously quien no supera esta fase está condenado a regresar antes de que la vida en el exilio forzoso se le haga insoportable.

El salto cualitativo se produce cuando el inmigrante comienza a cambiar de opinión, seducido por usos y costumbres que al principio le provocaban grima. El peligro estriba en que el péndulo de la apreciación se dirija hacia el  extremo opuesto, en relación a la anterior etapa. Then toda novedad parece excelente y conduce a renegar de tu propia cultura, a creer que por fin has encontrado El Dorado o penetrado en Xanadú. Es como pretender ser más papista que el Papa a los diez minutos de estar en el Vaticano. Creo que todos conocemos charnegos de esta guisa cuyos nombres no es preciso sacar a colación.

Finalmente quienes no se dejan arrastrar por estos cantos de sirena entran en a new etapa, la tercera, donde la justa ponderación deja atrás los odios y amores procelosos que tentaron nuestra voluntad. Pero aún así todavía se corre el riesgo de querer calcar los modelos más atractivos con el fin de incorporarlos tal cual a nuestro entorno habitual. Desgraciadamente es como querer hacer una paella sin disponer de una paellera. La superación de esta fase pasa por entender que the best no es un concepto absoluto sino circunstancial, que la belleza y la fragancia de una flor silvestre is not possible perpetuarlas en un jarrón.


 Puedo aseguraros que todos estas pruebas las hemos superado con buena nota. Somos quienes somos y estamos orgullosos de ello, pero eso no quita que vivamos en Magic Island tan integrados como las circunstancias nos exigen y permiten.

La estancia en Málaga fue intensa, acelerada, con el tiempo justo para compartir bocado y copa con la familia y los amigos. No tuve oportunidad de remar, de salir a recoger espárragos ni de pasear con la perra por el monte. Pero a cambio experimenté vivencias maravillosas que han compensado lo que formaba parte de mis planes y con tanto ajetreo quedó sin materializar. El miedo que teníamos era que el Happy boy acusara el cambio y la vuelta a Magic Island se convirtiera para él en un calvario. Pero no fue así; es más, hasta nos confesó que tenia ganas de volver, un par de días o tres antes de tomar el avión de regreso. Por cierto, se me olvidaba contaros que Lady Messy perdió la cartera con las tarjetas de crédito, los carnets de identidad y de conducir y otras menudencias en Gatwick, durante el viaje de ida. Gracias Fran por ayudarnos a anular la debit card de nuestro banco inglés.


 
El Happy boy cada día entiende mejor la lengua de los endémicos y se encuentra más integrado en el colegio. A veces tengo la sensación de que la etapa que más me ha costado superar ha sido la tercera. Cuánto me gustaría que nuestro sistema público de enseñanza se pareciera al inglés, pero tal como antes os dije no es factible encajarle a un Panda el motor de un Porsche y pretender que el engendro ruede como una seda. Por más que nos empeñemos, los cambios de modelo no se pueden hacer de forma drástica cuando las piezas que se pretenden sustituir no son equivalentes. Ese va a ser el fracaso del plan Bolonia en nuestra Universidad. Se necesitarían three-pin adaptors, como los que we use para que nuestros plugs se acoplen a los sockets de aquí, así como haber empezado la casa por los cimientos, pero nadie parece haberse dado cuenta de ello.

Rafa, ¿te imaginas que estuviéramos viviendo en casa de los Ropper sin poder usar la lavadora?



Dice el refrán que allá donde fueres haz lo que vieres. Lo contrario es intentar nadar contra la corriente, porque es la experiencia la que dictamina y selecciona lo más idóneo en cada momento y lugar. Viene esto a colación de que hay cosas que imitamos de los endémicos y será así  mientras estemos viviendo en este rinconcito de la pérfida Albión. Por ejemplo, las viandas y los horarios de comida. Tratar de conservar nuestras costumbres al uso sería difícil y nada práctico.

                                                        In the love nest. Ya tenemos mantel de semilujo, bebo vino
                                                        inglés (VP = vino peleón) y consumimos queso Stilton que
                                                        encontramos de saldo en el supermarket.


En otro orden de cosas, a mí siempre me había parecido exagerado ese impulso de ponerse al sol como las lagartijas, cuando apenas un claro del cielo deja penetrar unos rayos que alegran el día y el ánimo de esta gente. Pero lo cierto es que nosotros también experimentamos ese heliocarpantismo (síndrome que acabo de acuñar como equivalente a hambre de sol, basado en las obsesivas ganas de comer de aquel personaje del TBO llamado Carpanta). En España no tendría sentido pero aquí es más una
necesidad que un capricho.


Pensad que al día de la fecha alguien se ha dejado el grifo goteando, hasta el punto de llevar several weeks sin dejar de caer esa lluvia meona que continuamente te hace dudar si hay que abrir o no el paraguas. En definitiva, aquí estamos medio inglesados por conveniencia y sentido común, felices de vivir como lo hacemos pero también añorando lo que fue y será nuestro plan de vida cuando regresemos. De nuevo el Happy boy nos ha sorprendido al haberse dado cuenta y asimilado con total naturalidad que actuar así es comportarse de manera inteligente.

Entrando ya en el apartado de ruegos y preguntas, os anuncio que vamos a recibir la primera visita oficial en Magic Island. Se trata de José María Pérez Pomares, que aprovechando un viaje a Londres ha decidido pasar con nosotros el último fin de semana de este mes. I have suficiente confianza con él para saber que si alguien tenía intención de mandarnos algo de jamón u otros fiambres de gorrino  ibérico, pero que por temor a que el paquete se pierda aún no lo ha hecho, José María estará encantado de ejercer como correo del Zar.


Another thing, si alguien sabe algo de Macu que me lo diga porque aparentemente se la ha tragado la tierra. Bienvenido Chema al club de la comedia, me ha hecho mucha ilusión comprobar que te has sumado al carro.

Perdonadnos todos aquellos a quienes no hemos podido atender o dedicarle más tiempo durante nuestra fugaz escapada navideña. Prometemos resarciros en verano. A lot of kisses in any way. Good night and sweet dreams everybody.