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Isla de Jersey, Channel Islands, United Kingdom
En el ecuador de la cincuentena

miércoles, 15 de diciembre de 2010

IX.- What's the weather like?

Merry Chrystmas everybody. Qué imprudente o cuán terapeútico resulta darle la oportunidad a un anancástico hipocondríaco para que abrume con sus cuitas al lucero del alba. Esto de tener un blog se me antoja más sofisticado que lamentarse ante un muro y, desde luego, menos impersonal. Reconforta mucho to know que estáis al otro lado de la screen y que podéis dosificar la lectura de mis infortunios, como espero que hagáis estas Navidades con el turrón de Jijona . Además, si llego desahogado a Málaga evito daros la lata en persona. Sí, dears si, estoy como rana en sequía por cualpa del tiempo. Es el síndrome de la Armada Invencible: no han podido conmigo los ingleses sino los elementos.




En Magic Island hace un frio que pela. Estoy siendo sometido a un proceso de curación corporal involuntaria que ríete de los tratamientos de Incosol o de la clínica de la Dra. Asland. Primero vinieron las
aguas, lluvia y más lluvia, que consiguieron arrugarme como garbanzo en remojo. Después apareció the wind, que se asoció con las precipitaciones para lograr una ducha lateral que no sólo anulaba el efecto protector del paguas sino que, para colmo de males, lo volvía del revés y le partía las varillas. No es broma, en este momento estoy utilizando la tercera umbrella de la temporada porque las dos anteriores me las han tronchado ráfagas impetuosas de aire gélido. Finally hizo acto de presencia la nieve, ¡a finales de noviembre!, y los suelos de St Helier y de la Durrell se helaron. Total, que amojamado por el frío y caminando a pasitos breves y torpes como elderly people, para no resbalar sobre la costra cristalizada de ice, ya no soy el mismo de antes.




Ahora ni llueve ni nieva, simplemente hace mucho frío y tirito en silencio. Alto ahí, que no me quejo de vicio. Hace poco más de un año, cuando remábamos en Groenlandia, pasé una noche que ni la de Hernán Cortés en México. Con el saco de dormir mojado, sin ropa seca, con la tienda de campaña derritiéndose inexplicablemente sobre nosotros y con el termómetro marcando lo mismo que un día de terral en Málaga pero boca abajo, pude sobrevivir gracias al aliento de mi entrañable amigo Luis Silió y al plumífero que me prestó. Aquello pasó pero the night en Meteorito, nombre que recibía tan inhóspito lugar, me dejó secuelas. Los especialistas lo llaman síndrome de Meteorito, que es una especie de shock anafiláctico hipotérmico que me entra cada vez que la temperatura baja por debajo de lo normal, entendiendo por normal lo que el sentido común califica como tal. Porque, como cantaba Serrat, yo nací en el Mediterraneo.


Decidme lo que queráis pero lo mío no es blandura sino enfermedad, como el que contrae silicosis por culpa de inhalar carbón pulverizado. ¡No soporto el frío! Me he comprado un calefactor de convección para el love nest pero a mi me parece insuficiente. Y cada vez que tengo que salir a la terraza a fumar, Lady Messy protesta por la fuga de tempero, yo me congelo en el exterior del edificio y todos son tiranteces familiares por culpa de la escasez de grados. Lo curioso es que los endémicos parecen ser inmunes a todo esto. Algunos machotes tiran de la manga corta con imprudente temeridad, incluso los días más inclementes, y la minifalda abunda mientras uno lleva pantalón de pana y debajo el pijama haciendo de segunda piel. Ya le comentaba por mail el otro día a Miguel Delibes que los de Valladolid están a mitad de camino entre la bonanza de mi tierra y la destemplanza siberiana de aquí, pero no por eso dejaréis de entender las vicisitudes que me embargan desde lo de Meteorito. Aquella noche, si me hubiesen dado el pase per nocta, me habría ido a casa y dormido con la mantita eléctrica enchufada.


Pero como no hay mejor antídoto para el frío que las buenas noticias, os cuento la última: el Ministerio, conocedor a través de este blog de mis estóicos padecimientos, ha decidido concederme la ayuda que solicité. Sabia decisión que seguramente habrá sido tomada por unanimidad en el seno de la comisión encargada de resolver estos asuntos. Como dijo un compañero mío de la Facultad acerca de sí mismo, ya era hora de que se reconociesen mis méritos. Lo primero que haré sera ponerme al día con las cervezas atrasadas, aquellas que no tomé por miedo a  llegar en red numbers a final de mes. Hasta es posible que deje de fumar Richmond para volver al Marlboro.


Lo mejor de las alegrías, como lo peor de las penas, es que nunca vienen solas. El otro día recibí un paquete remitido por María y Leo. Guys, aquello era como un pedido de Mercadona, y de los caros, tal cual diría mi hermano. Embutidos variados, paleta ibérica, turrón del blando a la medida de mis maltrechos molares, aceite de oliva sin desvirgar, molletes, ¡molletes de Antequera auténticos! Qué lujo tener medio gorrino de los nuestros manufacturado en el love nest. Lo primero que hice fue sacar el cuchillo de Psicosis que tengo en uno de los dos cajones de la cocina, me lié a puñaladas con los plásticos que conservaban al vacío las tripas de chorizo, salchichón y morcilla y, acto seguido, la emprendí a tajos con la insigne chacina, repartiendo slices a Lady Messy y al Happy boy como el Piyayo hacía con el pescaito frito entre sus nietos. Los molletes y las lonchas de paleta calleron juntos, como los amantes de la Peña. Queda más antequerano y casa mejor con los molletes que citar a los amantes de Teruel, aunque para el caso hubiera valido la comparación. Gracias amigos por acordaros de nosotros y por las viandas.



Las Christmas se nos han echado encima casi sin darnos cuenta. Cuando the time pasa tan rápido es buena señal. Esta no es land de excesos y tanto la decoración de los edificios como el alumbrado de las calles nos resultan agradables porque lucen sin deslumbrar. Después de lo de Halloween intuíamos que iba a ser así. No hace falta llegar al despilfarro para darle un toque navideño a la ciudad. Ayer por la noche fui a recoger a Lady Messy al Welcome Centre, junto a la iglesia de St. Thomas, donde una voluntariosa teacher trata de inculcarle el idioma endémico a una piarilla de portugueses, a una vietnamita que desconoce nuestro alfabeto y a ella. St. Thomas estaba iluminada, fuera había lóbrega oscuridad. A través de las polícromas vidrieras, una luz acaramelada escapaba del templo junto a un tenue, y en apariencia lejano, rumor de villancicos. Magic Island en estado puro.





Aqui a Papa Noel le llaman Santa, a secas. Alguien que en este momento no recuerdo con exactitud pensó que, quizás por mi provecta edad y venerable aspecto cuando me pongo serio, vuestro non qualified hero podía suplantar la personalidad de Santa por una hora, con objeto de repartir regalos entre los niños de la colonia de hispanoparlantes que por aquí habitan. Dicho y hecho. Se organizó una fiestecilla, me disfrazaron, representé con pericia y dignidad mi papel, los más pequeños se asustaron, los mayorcillos quedaron fascinados con la visita del abuelete bonachón vestido de rojo, una niña avispadilla preguntó que por qué no llevaba botas y, finalmente, la cosa salió muy bien. Todos disfrutamos muchos y a mi me resultó especialmente emocionante alimentar la cándida inocencia de los críos.



Ya sabeis que en vísperas de Navidad is traditional organizar comidas entre los compañeros de trabajo, costumbre que aquí también existe. La dinámica de la vida inglesa condiciona que estos fastos se trasladen a la cena. La de la Durrell tiene fama y no es precisamente por la singular calidad o cantidad de los platos. En este sentido todo correcto, incluso bueno. Pero no van por ahí los tiros. La cena de Navidad es todo un acontecimiento social donde las damas compiten entre ellas, no se exactamente si por mostrar elegancia, extravagancia o carnes habitualmente ocultas. El alcohol enciende la mecha y explota el gorrineo.


Salir indemne cuesta trabajo, incluso sin quitarte el anillo y con tu mujer a la grupa. Me habían advertido pero se quedaron cortos. Jóvenes y menos jóvenes, allí, dale que te pego al baile. Aquí lo dejo. Y al día siguiente todos tan serios y recatados de nuevo. Al menos esta dinner festiva me ha servido para descubrir que el uniforme de la Durrell no le favorece a ninguna de las féminas. ¿Es que nadie se ha dado cuenta de que ligeramente desvestiditas como estaban algunas, bien perfumaditas y pintadas atraerían a más visitantes que el gorila o los suricatas?


Bueno, que nos vamos mañana para Málaga y la prudencia recomienda acostarse temprano y descansar. Volveremos a encontrarnos en el blog para mediados de enero, cuando hayamos regresado y retomado el pulso de la rutina cotidiana. Hasta entonces, we wish you a very Merry Christmas and a happy New Year. Os adjunto una tarjeta de felicitación con mis mejores deseos. See you on January.



miércoles, 1 de diciembre de 2010

VIII.- Spectacles, wallet and testicles

Hi everybody. Aún a riesgo de que Encarna no entienda el significado del título de la entrega de hoy, porque mi prima Betty no atine al traducírselo con el trasfondo de la cuestión, me he permitido elegirlo porque es una expresión mediante la cual los british, y por ende los endémicos, hacen referencia al chequeo que un gentleman realiza a diario antes de salir de casa. Ya sabéis que la gente de aquí es muy ordenada y esa virtud es digna de plagio. Así que, como prevención ante el olvido, hoy voy a relataros cosas que nos han pasado en estos tres meses de exilio, pero que por neglicencia de la memoria o falta de oportunidad no os he podido referir aún. Si me repito en algo me perdonais, ya sabéis que con the elderly people hay que ser condescendientes.


Dejar en el dique seco el día de mi bithday sería imperdonable. Lo que yo menos esperaba es que fecha tan señalada de mi vida tuviera trascendencia en Magic Island; pero la tuvo. La mañana se inició con una llamada telefónica de John, sugiriéndome que no tomara el autobús para la Durrell porque él me recogía con el coche. Dicho y hecho. Cuando apareció en la puerta del love nest con su vehículo de volante a la derecha, un Corsa en origen blanco, de 17 years old y con líquenes en las juntas de las puertas y del maletero, mal aparcó junto a la acera y me entregó un par de inesperados presentes: un frasquito con dos caballas dibujadas, que hoy tengo lleno de aceite de oliva con ajos para los portuguese rolls del breakfast, y una woolen scarf de cuadros negros y blancos con rallitas rojas. Emocionante; aparte del Happy boy y de Lady Messy, alguien sabía y se había acordado de que tal día como aquél era mi onomástica. Camino del curro paramos en una tienda de abarrotes, donde compramos un trozo de cake para tomarlo con el coffee matutino e invitar a los compañeros del zoo. Hubo uno que no se sumo al pequeño festín porque los cumpleaños ajenos se la bufaban, pero esto pasa en todas partes y no hay que darle mayor importancia.


Una vez en nuestra office, si John me permite que a su despacho le dé tratamiento de inmueble ganancial, nuestro colega Andrew, cuyo inglés sigue siendo para mí un misterio, tuvo la amabilidad de subirme un sobre con separatas remitido por Ana Luz. Al principio no ubicaba de qué trabajo se trataba, quizás alguno de los varios que semanalmente Rai publica con someone que le ha propuesto colaboración y no ha sabido decirle  no thanks because I'am very busy. Pero que vá, por ahí no iban los tiros. Abro el sobre y la incógnita se me despeja de inmediato, cuando en lugar de separatas me encuentro dos paquetes de lonchas de paletilla de gorrino ibérico envasadas al vacío. Me quedé más petrificado que cuando se disfrazó de Marta Sánchez, y semejante detallazo me gustó más que si el Ministerio me hubiese confirmado que me concedía la ayuda solicitada. Touché. No era el jamón, exquisito por cierto, sino el cariño que aquel sobre contenía. Además, enseguida me vino a la mente la ingeniosa forma en que mi compañero de aventuras Luis Silió introdujo lo más granado del embutido español en Islandia, para que a los cofrades del perol no les faltara de nada al bajarse de la bicicleta. Luis, cuánto me acuerdo de ti y te echo de menos.


In the evening nos fuimos a un pub a tomar unas pints of Lager y unas hamburguesas. Allí estábamos Jill y John, Javier (jefe de los servicios veterinarios de la Durrell) y Dorita (su esposa y Cónsul honoraria de España en Magic Island), su hija Ana, Lady Messy, el Happy boy and your non qualified hero. Lo pasamos muy bien, como el lugar y la compañía demandaban. Luego vinieron algunas llamadas telefónicas, mails y conversaciones a través del Messenger. No faltó la puntual felicitación de Macu y Rafa, como sucede desde hace ya varios lustros, incluso en situación tan embarazosa como la de este año porque  tuvieron que poner una conferencia desde Barcelona a Magic Island, con el consiguiente incremento del gasto telefónico. Para que luego digan que los catalanes son devotos de la Virgen del puño. Pues no señor, no todos.


Como veréis ya tenemos una cierta vida social. Aparte de las personas que acudieron a mi cumpleaños, nos relacionamos con Gerardo, Director del Departamento de Herpetología del zoo, y su esposa Stephanie, de origen francés y carácter muy dulce. Hay otro matrimonio con el que semanalmente nos vemos, Santos y Marta. Todos ellos son encantadores, pero mi afinidad con Santos, de genética portuguesa pero nacido allende los Pirineos, se acrecienta porque es el unico fumador de los nominados. A veces nos hemos reunido también con otros castellanoparlantes de diversos paises de Iberoamérica, pero de forma más circunstancial e intermitente. Lo cierto es que en esas quedadas se habla principalmente spanish, pero también se le da al ingles y al francés ya que algunos cónyugues son de Inglaterra, Francia, Polonia y de algunos otros countries.


Estoy de acuerdo con vosotros en que el episodio de la Torre de Babel no nos habría pillado con el paso cambiado, como le sucedió a los que estaban allí amontonando piedras. Claro, eso no quita que el uso extensivo de varias lenguas se corresponda con el dominio intensivo que tenemos de cada una de ellas, especialmente del inglés. Os cuento un par de anécdotas para ilustraros el asunto. Cierto día, Lady Messy and I fuimos a un pub de Bouley Bay (The Black Dog) to have lunch, después de una ruta pedestre por los acantilados de la costa norte. Sin estar dispuestos a tirar la casa por la ventana pero sí a defenestrar algunos muebles, decidimos salirnos de la boring hamburguesa y pedir algo más consistente. Las modas mandan y el nombre de los platos tendía a ser largo y enrevesado. Así que traduciendo, descifrando y suponiendo, me topé con unos escalopes con arroz y algunas cosas más que no supe ubicar. A Lady Messy la pareció bien la idea de tomar unos filetillos para hacer boca, aunque como recordaréis a ella la carne no le tira demasiado. Hice la petición en educado y correcto english, al cabo de un tiempo prudencial el waiter trajo una fuentecita con arroz, unos bivalvos grandecitos sin concha, perejil, y una salsita verde, al menos, pero sin los escalopes. Buenísimo, tanto que no los eché en falta porque aquello estaba delicioso. Pero mi curiosidad no quedo satisfecha y me puse a indagar qué había ocurrido, si el camarero se había equivocado o era yo el que estaba tocando de oida. Era yo. Scallops no son escalopes sino vieiras, conchas de peregrino, que abundan mucho en estas aguas. Por favor, sin comentarios, advertencia que incluye también a Olivero.


Cierto es que al mejor escribiente le cae un borrón, pero es que a los pocos días me cayó otro de semejantes dimensiones al anterior. Fui al mercado de pescados ( la carne y las verduras se expenden en otro edificio) y vi que el atún partido a tacos estaba muy barato. Fantástico, dije para mis adentros, today comemos marmitako. One pound of venison diced, please. Y el pescadero me pesó y envolvió medio kilo de aquello. Y digo aquello porque cuando llegué al love nest y me dispuse a guisotear, me doy cuenta de que no era atún; peor aún, no era ni siquiera pescado. ¡Era ciervo! Coño, que pifia. Claro, venison significa venado, carne de venado, no atún. Son esas cosas que sabes pero que las trastocas sin darte cuenta, como cuando dices convencido e insistes en que dos por dos son cinco. Total que rehice el plan y me salió un estofado de ciervo para chuparse los dedos. Lo curioso es que la carne de caza en Magic Island la venden en las pescaderías, en vez de en las carnicerías. No lo digo en mi descargo, sino como una simple cuestión anecdótica. Venison significa carne de venado aunque la vendieran en las droguerías.


Mi intención es no acaparar protagonismo, de modo que le dejamos el turno a Lady Messy. Sus diálogos con Mr. Brown, el profesor del Happy boy, son un auténtico derroche de cortesía por ambas partes. Mr. Brown, aparte de un docente vocacional y extraordinario, es persona que spend sus holidays visitando otros países en calidad de cooperante. Su paso por Suramérica le ha dejado las secuelas de un español equiparable a nuestro inglés. Con este bagaje, se esfuerza en conversar con Lady Messy en nuestra lengua, mientras que ella trata de corresponderle en inglés con la misma cortesía. Me cuenta el Happy boy haber sido testigo de un intercambio de opiniones entre his teacher and his mother en estos términos:

- Hello, Mr. Brown.
- Bue-nas días, se-no-ra.
- Will Alberto play (este)... football next lun monday?.
- Si, se-no-ra.
- See you on monday at eleven o'clock.
- No, el lu-nes a las occho y midia.
- Oh! yes. Ok. Good bye.
- Adi-os, se-no-ra.

Lo que os cuento a continuación es textualmente verídico. Mr. Brown venía arrastrando problemas en una rodilla y el mes pasado tuvieron que operarlo. Estuvo casi tres semanas de baja. Cuando se reincorporó a la escuela y se encontró al Happy boy, le preguntó cómo estaba y si su madre progresaba con el inglés. A partir de entonces, el Happy and I bromeamos al respecto, achacando los problemas rotulianos de Mr. Brown al temblor de rodillas que experimenta cada vez que tiene que hablar con Lady Messy.


Del clima ni os hablo. Os adjunto algunas fotos para que os hagais cargo. Tengo el cerebro hecho leche condensada. Esta mañana, bajo una nevada de folletín navideño, hemos ido a una tienda de electrodomésticos a comprar un convector de aire para el love nest. Al poco rato hemos recibido una llamada del Happy boy diciendo que fuéramos a recogerlo a Liberation Station, porque habían suspendido las clases por culpa (quizás causa es mas polite) de la nieve. Mañana no se qué pasará, si habrá escuela y si yo podré ir a la Durrell. Prometo otro día dedicarle unas líneas al weather, pero prefiero hacerlo en caliente. Con estos fríos se me puede ir la mano tecleando más epítetos e improperios de la cuenta.




Qué tiempos aquellos cuando paseábamos por la playa de St. Helier con los pies bañados por las olitas, fuimos a Hamptonne Farm  un día espléndido de otoño a la celebración del día de la sidra o presenciamos la Bonfire Night bajo un cielo estrellado y con un fresco tonificante en las mejillas. Por cierto, este último acontecimiento es una celebración parecida a la nuestra de San Juan, que se repite anualmente el 5 de noviembre. Se hace una gran hoguera y se quema un muñeco que representa a Guy Fawkes, un terrorista de otra época que a comienzos del siglo XVII encabezó la Conspiración de la Pólvora. Su intención era volar el Parlamento inglés cuando estuviese reunida la Cámara de los Lores y presente el Rey Jacobo I. No consiguió su objetivo, frenar la persecución de los católicos recurriendo a este método tan expeditivo, fue arrestado y ejecutado. Desde entonces, todos los años se le incinera en una fogata en feliz conmemoración de aquella abortada tragedia.




Decididamente las gulls y yo no nos llevamos. Son como buitres urbanos que permanentemente basurean y lo ensucian todo. Ahora están un poco más recatadas y vociferan menos, pero no te puedes fiar. Con estos bichos hay que mantener la guardia bien alta porque te la cuelan doblada. De los halcones de St. Thomas no opino lo mismo. Esos animalitos se han enmendado y ahora dan mejor imagen, salen a cazar todos los días, para las diez de la mañana ya se ven desplumando lo que han cazado y los piidos lastimeros los evitan en lo posible. Que se trate de un barrio de portugueses (la mayoría son de Madeira, como Pinocho y Cristiano Ronaldo) con minoria española no justificaba aquellos gritos compulsivos y aquella molicie, impropia de la incombustible clase trabajadora que componemos la totalidad de cuantos habitamos en la zona.


Acabo de bajar a fumarme un cigarro porque en casa está prohibido, no me puedo salir a la terraza ya que el hielo acumulado slip como Zapatero y, aunque he reducido la dosis de nicotina, no consigo dejar de necesitar algún que otro chute. Sigue nevando. Mi vecino polaco estaba haciendo lo propio, lo he saludado, no me ha respondido, cuando ha terminado de inhalar humo ha tirado la colilla y se ha subido sin decir palabra. Este comportamiento aquí no es infrecuente. Detrás de él he subido las escaleras riéndome yo solo, imaginando que hubiera aparecido Ana Rojas flamenqueando y su cuñado Paco le hubiera contado al polaco el último chiste, porque en esto de los chistes mi primo Paco está siempre al día. Vamos, que a Chiquito de la Calzada en Magic Island no le habría quedado otra que trabajar de conductor de autobuses.
Y sigue nevando. Ana Luz, en el próximo envío en vez de jamón unos calcetincitos de lana que abriguen. Digo Ana Luz porque, junto a mi mother in law, es la única que se prodiga. Good evening and see you soon.



lunes, 15 de noviembre de 2010

VII.- The Happy boy

Imaginaos que un día escucháis en el trabajo que van a destinaros a otro lugar, a una city lejana. Un simple rumor, porque ni vosotros queréis ese traslado ni hay posibilidad de que suceda tal cosa. Pero seguid imaginando que el asunto deja de ser un chascarrillo, va tomando fuerza y se convierte en realidad. Así que de buenas a primeras os encontrais lejos de casa, habiendo dejado atrás family, friends y todos vuestros referentes, para iniciar una aventura no deseada, en un lugar remoto y rodeado de people al que no entendéis porque hablan un idioma extraño. Imaginaos finalmente que cualquier queja vuestra sistemáticamente la ahogan frases como "qué suerte", "qué envidia", "eso es bueno para tí", "verás como en el futuro lo agradeces".


Ni más ni menos ésto es lo que le ha sucedido al Happy boy. Sin comerlo ni beberlo ha pasado a formar parte de una historia que tiene tres protagonistas, dos de los cuales decidieron por él y pensando en el futuro lo convirtieron en víctima del presente. Sin duda el día de mañana se alegrará de haber estado en Magic Island, incluso la recordará con nostalgia, pero hoy por hoy no lo ve así y tampoco se hace cargo de que la madurez le hará cambiar de opinión.





Quizás convenga empezar por el principio para que este relato adquiera la dimensión que vuestro non qualified hero quiere darle. Si por el Happy boy hubiera sido no estaríamos aquí. El día más crítico durante la fase previa al viaje fue cuando se dió cuenta de que la cosa iba en serio. Lloró con amargura delante de un plato de sopa de fideos, porque cambiar su colegio y dejar a sus amigos por una english school y unos blond guys con los que no se iba a entender le parecía insoportable. Pero la suerte estaba echada y de nada valieron sus lamentos. De hecho aquí estamos y aquel bloomy day hace ya más de seis meses que quedó atrás.


Recién llegados a Magic Islan nos encontramos sin vivienda y él se sintió culpable al enterarse de que nuestra veleidosa patrona dio marcha atras, rompiendo la palabra de su marido, por mor de las posibles molestias que le podía causar un niño extranjero de 11 años. Ironías del destino, el marido trabaja en la Durrell y tienen una hija que es compañera de clase del Happy boy. Pasó cuatros días fatales en el hotel donde nos hospedamos mientras buscábamos un love nest donde instalarnos. No era para menos, teniendo en cuenta, además de todo lo dicho, que el día antes de comenzar las clases estaba por resolver a qué colegio lo íbamos a mandar. Finalmente, siguiendo una vez más el buen criterio de John, decidimos dejarlo en el que le correspondía de habernos quedado a vivir en Villa no children.


Podeis suponer cómo fue el día de la apertura del curso. Lady Messy, John y yo lo acompañamos al colegio (Mont Nicolle). Al pobre no le llegaba la shirt al body. Salieron a recibirnos el director y el que iba a ser su profesor, Mr. Brown. A continuación, como paciente que se llevan al quirófano en contra de su voluntad, entre los dos escoltaron al Happy boy hasta la clase. La mirada que nos echó era implorante, angustiada, de miedo, pero allá que se marchó encarando su destino como los Vargas hemos sabido hacer durante generaciones cuando el deber nos requería.



Lady Messy y yo le temíamos a esos primeros días como a una green steak. Pero aparentemente no fueron tan traumáticos, digo aparentemente, porque el Happy boy, a pesar de encontrarse como humano entre extraterrestres, fingió que todo iba bien para no preocuparnos. Cuánta grandeza de su parte en medio de tanto cáos. El mejor rato del día era cuando salía a jugar al cesped durante el break time. Del resto de lo que sucedía en el interior del aula el pobre ni se enteraba y las mañanas se le hacían interminables. Por fortuna lo incorporaron al equipo de football de su clase, iniciativa que acogió de buen grado y que le ha facilitado relacionarse con el resto de sus compañeros. Bendito football y nuestro agradecimiento más sincero a Mr. Hollywood que supo darse cuenta de que ésta era la mejor forma de motivarlo. Aprovecho para deciros que el único inglés que tienen que saber los niños para jugar al football en Magic Island es come on y away.


El primer fin de semana fue sospechosamente positivo. El Happy boy estaba eufórico y deseaba con todas sus fuerzas que llegara el lunes para volver a jugar con sus compañeros. No era normal tanta felicidad y, en efecto, el paso de los días confirmó nuestras sospechas. El primer bajón de ánimo lo tuvo enseguida. La segunda semana de clases, el colegio tenía previsto hacer una excursión a Francia con los niños de su clase, una visita cultural y deportiva que realizan cada año dentro del programa anual de actividades docentes. Mr Brown y Mr. Masterman, el director del colegio, me recomendaron que el Happy boy  fuera para acelerar su  integración con los demás niños. Pero él decidió que prefería quedarse porque no tenía amigos y no sabía hablar ni francés ni inglés. Nos costó un egg convencerlo pero al final optó por ir, celebró su cumpleaños en Francia y, como era de esperar, nos alegramos todos de la decisión tomada. Obviamente cuando regresó lo estábamos esperando con el love nest lleno de globos y con una tarta casera a los tres chocolates, made by Lady Messy, para celebrar sus 11 años de estreno.


No creáis que superadas las primeras semanas y vencidas las dificultades iniciales la vida cotidiana se ha convertido en un jardín de rosas. Me faltan palabras de gratitud para calificar la profesionalidad y cariño del staff de Mont Nicolle, así como el compañerismo de los jóvenes endémicos para con el Happy boy. Pero aún así la barrera idiomática lo margina en contra de su voluntad. Apenas reflexionéis un poco sobre this issue os daréis cuenta de lo difícil que le debe resultar superar con éxito las dificultades diarias, que abundan como conejos en campo de alfalfa. Inevitablemente se nos volvió a derrumbar al poco de regresar de Francia. Lloró con tanto desconsuelo que las lágrimas llegaron a dejar de correr por sus mejillas. Qué noche más desgarradora y cuantas dudas como espinas aguzadas se clavaron en mi corazón. Fueron momentos tan duros como difíciles, si bien también los superamos. El que siga pensando que este sabático son vacaciones consentidas, quizás también lo cree el Ministerio y por eso no se decide a concederme la ayuda solicitada, permítame que le advierta de su probable equivocación.


¿Cuál es el diagnóstico al cabo de dos meses y medio de estancia en Magic Island? Positivo y optimista aunque no exento de recaidas y nuevas dificultades. Al Happy boy los fines de semana le sientan peor que los días de colegio, sencillamente porque se aburre cuando está con nosotros. De lunes a viernes tiene young people con quienes interactuar, cosa que no sucede los dos días restantes. Esta es una sociedad insular, inglesa, más cerrada que la nuestra y cuesta mucho trabajo relacionarse fuera del ámbito profesional y escolar. Los problemas del Happy boy son los mismos que los nuestros, en este aspecto, pero obviamente él los lleva peor que nosotros. Hoy mismo me ha comentado que lo que más echa en falta es el tipo de vida que llevaba en Málaga, es decir, se siente desarraigado y no tiene con qué ni con quién paliar esas carencias. Entonces se encierra en sí mismo, se niega a salir del love nest e inconscientemente trata de vengarse contra nosotros como responsables únicos y directos de sus desdichas. A veces se crean y otras provoca de forma deliberada situaciones tensas que hay que sobrellevar con tacto y paciencia.



El ordenador es su refugio, juegos y series de televisión que consumiría con el mismo descontrol que un alcohólico libando una botella de coñac. De hecho hemos tenido que prohibirle el uso de la Nintendo porque pasaba horas tumbado en el sofá totalmente enganchado a la dichosa maquinita. Si le ofreces pasear se niega y entonces hay que hacer auténticos encajes de bolillos para encontrar algo que le motive ajeno al recurso informático. Nos vamos a los parques cercanos a jugar al futbol, a escalar, a superar circuitos tipo pista americana. Todo eso está muy bien pero sin amigos no es tan divertido. Hay tres síntomas inequívocos de su comportamiento que nos advierten de que no se encuentra a gusto: hiperactividad y sobreexcitación, amenazas de portarse mal para hacernos sufrir o hilvanar un discurso catastrofista acerca del sin sentido de su vida. La soledad impuesta, que es mala compañera.







Como vuestro non qualified hero es muy terco y está convencido de que, a pesar de todo, este es el camino, busca, provoca y consigue demostrarle que la niebla no debe impedirle apreciar la belleza del paisaje. Y como el Happy boy es muy inteligente, primero se resiste a darle la razón a papa sin discutir, porque no es propio de hijos normales, pero al final acaba reconociendo que las cosas son como yo se las planteo. Esta noche acabo de conseguir otra victoria en este campo y se ha ido a la cama feliz y contento.





De momento nuestro gran aliado es el futbol. Todos los sábados juega partidos interescolares y allá que su madre y yo nos estamos recorriendo los distintos colegios de Magic Island para brindarle ánimos y compañía. El otro día su nombre apareció en una circular del colegio, en una frase que decía lo siguiente:"a cracking goal scored by Alberto", en relación a un partido importante que ganaron gracias a un tanto marcado por él. No os podeis imaginar hasta que punto ese comentario de Mr. Masterman le ha hecho recuperar parte de la autoestima perdida. Pero no acaba ahí la cosa, porque ahora lo han preselecionado para formar parte del equipo de futbol de Magic Island para enfrentarse a los teams de las otras islas del Canal. Independientemente de que lo elijan o no a finales de este mes, estamos tratando de enrolarlo en algún equipo extraescolar para que no le falte actividad y entretenimiento los fines de semana.



En el terreno académico va muy bien. Afortunadamente el contenido de las materias que están explicando no le resulta difícil y muchas de los temas que tocan en la programación ya los había dado en Málaga. Le han puesto una profesora de apoyo para acelerar el aprendizaje del inglés y lo cierto es que, a estas alturas, entiende cosas que a mí me resulta difíciles de comprender. Ya se que ponerme como referente es poco representativo, debido al coenzima ese que limita mi capacidad de comprensión de la lengua inglesa, pero es sólo para que os hagais una idea de lo rápido que está progresando.


Una cosa que nos llama mucho la atención y nos llena de satisfacción es la popularidad que ha adquirido en Mont Nicolle. Empezó destacando en el equipo de futbol y la sencillez y dulzura de su carácter han hecho el resto. Tiene ya varios amigos entre sus compañeros, especialmente un rubio de libro llamado Matthew, que también está en el  football team, y un portugués rellenito que empezamos llamando cariñosamente zampabollos pero que ahora preferimos nominar como roll eater, digamos porque suena como más aristocrático. ¡Ah!, se me olvidaba, hay tambien un par de blancuchillas a las que les tiene echado el ojo. De esto no digais una palabra porque para estas cosas es muy discreto y no le gusta hablar del asunto.



Razones obvias justifican que la entrega de esta quincena esté llegando al the end, por más que dejo muchas anécdotas y reflexiones sin contar. Pero antes de concluir quisiera que, por el hecho de haber sido tal vez demasiado explícito y detailed en los aspectos problemáticos, sacárais una conclusión equivocada. Our adventure in Magic Island era un reto nada fácil y jalonado de dificultades. No obstante lo estamos superando con éxito, a base de paciencia, comprensión y ganas de seguir luchando. A pesar de los pesares el Happy boy es lo que su nickname indica, protagonista de unas vivencias que él mismo empieza a reconocer como positivas y que algún día recordará con nostalgia. En lo que a mí respecta, si tuviera que volver a tomar la decisión de venir a Magic Island lo haría con los ojos cerrados. Vamos por la buena senda aunque algunos chinos se nos metan en el zapato, para lo cual no hay mejor plantilla que el amor ni piedrecillas que se le resistan.



Abusando de vuestra tolerancia quiero pediros una cosa. Adjuntad un comentario a esta entrega, para que yo se lo pueda leer y perciba que no está solo luchando contra molinos de viento más poderosos que su adarga. Supongo que sois conscientes de que en este apartado rincón cualquier palabra de aliento resuena como un estallido de cariño, sencillamente porque se necesita. Gracias y no nos olvideis, especialmente al Happy boy que es, en realidad, el genuino protagonista de esta historia.


lunes, 1 de noviembre de 2010

VI.- Halloween, livestock and pets

Hi everybody! Halloween es una celebración que la globalización asimétrica nos ha traido de EE.UU., por lo que nunca ha sido santo de mi devoción. Sin embargo, asumirla aquí es distinto porque sus raíces son celtas (originariamente la fiesta del Samhain o del fin del verano). Tenía yo ganas de vivir una noche de Halloween en su propia salsa, la auténtica All Hallows´eve (víspera de Todos los Santos) en territorio anglosajón. Pero me he llevado un par de chascos. El primero es que la escenificación tiene ya poco de tradición celta y mucho de vorágine comercial norteamericana. En 1840 los irlandeses que emigraron al Nuevo Mundo, huyendo de la crisis de la patata en su tierra natal, exportaron el rito de Halloween y los estadounidenses, siglo y medio más tarde, nos han devuelto el favor al resto del mundo dictando los usos y costumbres que debían observarse en estos días, basados en el consumo de todo tipo de mercaderías inspiradas en películas de terror (norteamericanas, por supuesto), cargadas de sangre y mondongos en tanto que livianas de calidad cinematográfica.


El segundo chasco ha sido la celebración callejera de la fiesta. Con mucha ilusión nos hemos lanzado esta noche Lady Messy, el happy boy y yo a las streets de St Helier, esperando tropezarnos con gente disfrazada, niños pidiendo candies, algún que otro gamberrete teenager tratando de asustarnos... Nada de eso, guys. Las calles más céntricas estaban desiertas incluso de espíritus malignos. O eso es lo que nos ha parecido. Pluralizo para añadir fuerza a mi observación porque yo sin gafas apenas distingo bien a los vivos, con lo cual a los del otro barrio ni os cuento como se me cuelan sin entrada. Quizas es que los endémicos tienen por norma celebrar esta fiesta en la intimidad hogareña. Intentaré informarme.


 A modo de justificación os diré que las expectativas de que aquí Halloween tenía su peso se fundaban en los acontecimientos vividos durante las tres semanas anteriores. A lo largo del mes de octubre las calabazas hicieron acto de aparición en los mercados, granjas, escaparates. Cada vez más calabazas naranja everywhere. Si hubieran sido bombas hubiera pensado que se preparaba una guerra en toda regla.




Incluso nuestra modesta economía asumió el esfuerzo extra de adquirir un ejemplar de discretas dimensiones para transformarlo en una Jack O´Lantern. La condición que le puse a Lady Messy fue que el producto de ahuecar la calabaza lo transformara, con ayuda de la Termomix, en una crema nutritiva to have dinner, y al happy boy que se la comiera sin protestar más de lo que en él es habitual cuando su madre no le presenta un plato de pasta por delante. Pero ha sido más el ruido que las walnuts. Ahora dudo si darle cristiana sepultura a la nuestra, tirarla a la basura como probablemente hicieran los celtas al concluir el sarao o dejar que se amojame encima del frigorífico del love nest.

Os estaréis preguntando que de dónde sale tanta calabaza para estas fechas, si es que viene el ferry de St Malo con un cargamento extra de cucurbitáceas. Pues no señor, se producen en los campos de cultivo de Magic Island, como suena. Tened en cuenta que las tres principales fuentes de ingresos de la isla son los servicios financieros extraterritoriales (también eufemisticamente llamados comercio electrónico), el turismo y las actividades agrarias. Todo el corazón del Bailiazgo de Jersey es una campiña anglofrancesa, feraz y productiva, con sus setos vivos, sus granjas estilo normando y sus manors ingleses. La patata y los lácteos son los productos estrella.


Las Jersey potatoes o Jersey Royals, que es su denominación de origen en la Unión Europea, son pequeñas y me recuerdan mucho a las papas arrugás de Canarias. Hervidas son excelentes, para freir les falta tamaño y textura. Sin embargo hay otras más grandes, de piel fina y rubia, que fritas son casi tan buenas como las que cultiva Lelo en Carratraca, el marido de Juana, la vecina y amiga de mi  recuperada mother in law. Aprovecho para insistiros en que las patatas de Lelo no tienen parangón en la sartén con ninguna otra del mundo, incluida las papas extremeñas.


Los lacteos son de origen vacuno. Hay aquí una raza lechera que empezó a desarrollarse a partir de 1743 con excelentes resultados. De hecho, a partir de 1789 se prohibió importar otro tipo de ganado de ordeño, para evitar cruces indeseados y la caida del precio de los productos derivados locales. Pensad que en el siglo XVIII las exportaciones de ganado procedente de Magic Island a Inglaterra estaban exentas de impuestos, razón por la cual se traía mucho ganado francés y después se reenviaba a Inglaterra para evitar pagar los correspondientes aranceles.


La vaca de Jersey es más bien pequeña (350-450 kg), de color castaño claro y con una careta negra. Produce entre 18 y 20 litros diarios de leche de excelente calidad, rica en grasas, en proteinas y en sólidos. Con ella se fabrica una mantequilla y un queso Cheddar francamente exquisitos (los que me habeis mandado aceite, jamón y embutidos desde España probaréis estas Navidades los citados lácteos, cuando vayamos por Málaga). 

Una de las características que más se pondera de la vaca endémica es su mansedumbre, pero es que además son educadas. Nada que ver con las malencaradas vacas españolas, bravías por sangre y maritaje con astados que embisten a quien se le cruza por delante, ni con las desprolijas vacas argentinas que tanto le quemaban la sangre a Gabi Justo en La Florida. Para empezar, la vaca de Jersey viste uniforme de faena, de ahí que su pelaje sea parejo con el de las vecinas y el rodeo no desentone.





Todos los días paso junto a una granja y suele ser a la misma hora que las vacas salen de sus establos. Que primor, caminan en fila, sin atropellarse ni acelerarse, con flema y cortesía. Ni perros que las hostiguen ni jinetes que las conduzcan. Todo polite, sin voces ni caños para arrearles estacazos. Yo creo, porque esto ya es pura suposición, que no ventosean más de lo que Kyoto consiente, por aquello de contribuir a la reducción del efecto invernadero mediante la inhibición voluntaria del metano emitido libremente a la atmósfera, y que bostean sólo en los lugares habilitados para ello. Ver para creer, my friends.


El resto del ganado es escaso. Ovejas hay pocas y gorrinos menos.


                                   

           
Los caballos que hemos visto son para monta, mientras que mulos, asnos y cabras hay los justos para afirmar que existen. Eso si, todos con sus raincoats para no pillar catarros y acabar en el veterinario.






 Antiguamente existía aquí en Magic Island una raza de ovejas propia que se extinguió en el siglo XVIII, probablemente desplazada por el valor en alza de las vacas. Hace dos años The National Trust for Jersey decidió introducir en la zona norte de la isla otra raza de ovejas muy parecida procedente de la Isla de Man, las Manx Loaghten sheeps. Se caracterizan porque son animales de cuatro cuernos, a veces seis, con una lana bastante tostada y muy rústicas. Esta introducción tiene como objetivo fundamental recuperar la oveja en Jersey y utilizarla para controlar el crecimiento excesivo de los matorrales en antiguas parcelas de cultivo, como antaño se hacía. De ahí que estas sheeps se vean en pechos escarpados de los acantilados más septentrionales, ganándose a golpe de diente la hierba diaria para no acabar como roast lamb.


En el capítulo de mascotas la cosa está muy clara: gatos y perros. Los gatos son bichos de interior, como aquellas macetas de helechos de la casa de nuestra abuela. Son grandes felpudos andantes que, cuando no estorban, decoran. En Magic Island no existen gatos callejeros ni señoras mayores poniéndoles de comer en los descampados. Cada cual disfruta de su gato en la intimidad del hogar. Por el contrario, los perros requieren actividad y sus dueños los sacan a pasear diariamente a los prados o a la playa. Por término medio aquí se le dedica más tiempo a campear al perro que en Málaga.



La mayoría de las personas tienen unos lanzadores con los que tiran a considerable distancia pelotas de goma que los perros persiguen y devuelven a sus dueños para que se las vuelvan a tirar. Al principio te llama la atención pero, como el uso de lanzadores es tan habitual, te acostumbras enseguida a esta forma ingeniosa de darle carreras y juego al perro.




English springer, labrador, Shih Tzu y West Highland son las razas más frecuentes. Tanto a Lady Messy como a mí nos ha sorprendido la ausencia de Yorkshires, que aquí no parecen estar de moda.

Como british de pura cepa, los endémicos son tan amantes de sus mascotas como de los espacios no contaminados con humo de tabaco y de decir sorry a la mínima de cambio. Mirar mal a los irracionales  es impolite y vilipendiarlos ni os cuento. Por eso, cada vez que el happy boy trata de sacudirle un balonazo a una gaviota en el cesped del parque, me pone de los nervios por su mala puntería y en un compromiso en el remoto caso de que le acertara. El simple hecho de que lo intente ya resulta embarazoso. Quizás ellos se pasan y tal vez nosotros no llegamos, pero lo cierto es que mientras la balanza se equilibra hay acontecimientos que nos dejan descolocados.


El sistema de enseñanza pública inglesa insiste mucho en la autosuficiencia del alumno. Es costumbre que los chicos propongan iniciativas de distinta naturaleza y el colegio les apoye a desarrollarlas. Una de ella partió de tres compañeras del happy boy y consistía en recoger dinero para buscarles un hogar a los galgos abandonados, mediante la venta de cakes caseros elaborados por las madres de los alumnos. Reconozco, por la falta de costumbre, que iniciativas tan pías como esta me indujeron a releer por segunda vez la circular que me habían enviado del colegio por si no había entendido bien de qué se trataba el asunto. Una vez comprobado que lo traducido correspondía a la realidad, puestos a salvar galgos, nosotros los primeros.


Lady Messy se aprestó a elaborar unas galletitas que la mala fortuna, la falta de cacharros adecuados y la utilización de ingredientes distintos a los habituales convirtieron en medallas olímpicas, por su tamaño y consistencia. Hubo que descartarlas ante el peligro de que algún chiquillo o, aún peor, cualquiera de los galgos en adopción intentara morder aquellas obleas de afrecho petrificado. Lejos de amilanarse por las ironías del destino, Lady Messy puso en práctica otra receta, esta vez con chocolate, pero una mala tarde la tiene cualquiera y las galletas volvieron a salir para hacer saltos de rana sobre la superficie de un estanque. Miré a ver si les había puesto queratina en lugar de levadura pero no era el caso. Y lo peor es que ya no quedaba tiempo ni aditamentos para un tercer intento. Ante la gravedad del asunto convoqué junta familiar. La decisión fue rápida y unánime. Por los greyhounds lo que sea. Total, que como el happy boy se iba a presentar a la mañana siguiente sin cakes para vender, poníamos el love nest a disposición del headteacher del colegio para realojar temporalmente a un galgo, hasta que se recaudaran los fondos necesarios para encontrarle acomodo definitivo. Afortunadamente las otras madres hicieron suficientes galletas o los galgos adoptivos no eran tan numerosos como para tener que hacer uso de la hospitalidad canina de los non qualified Vargas.

Bueno, como véis seguimos en el tajo, unos días mejor y otros no tanto. Vivir en Magic Island tiene sus pros y sus contras, como todo en esta vida. Pero la moral se mantiene alta y las tropas, como diría Antonio, siguen avanzando. El día de San Alberto saldrá la entrega dedicada al happy boy. Mientras, me despido de vosotros y os dejo la imagen de un conjunto escultórico que St Helier le ha dedicado a sus cows. Cheers.





viernes, 22 de octubre de 2010

V.- The wildlife of Magic Island

I start today con una preocupación rondándome por la mente. El caso es que noto a mi suegra algo fría y distante. ¿Alguien sabe a qué puede deberse? Prefiero pensar que no es mi ya prolongada ausencia la causante del desasosiego. Bueno, dejémoslo ahí porque cada cual tiene sus propias cuitas con las que lidiar, pero no olvidéis que permanezco a la espera de noticias.


Para relajarme un poco voy a tocar el tema de la fauna de Magic Island, pero sin sacar los pies del plato. Tan sólo me voy a referir a los animalitos que se ven y everybody conoce. Las magistrales de zoologia las guardaré para mejor momento. Así que os ruego un voto de confianza y que no abandonéis la lectura, porque estoy seguro de que os va a interesar esta breve síntesis del tema. Tampoco es que el asunto dé para armar mucha parafernalia. Adelanto que aquí la fauna silvestre no brilla por su diversidad ni abundancia, lo cual es lógico porque estamos confinados en una pequeña isla. Algunos pajarillos son comunes en los setos y bosquecillos, como el mito de la foto adjunta, lo típico de la campiña inglesa, todo muy discretito y pastoril.  Quizás por eso  ciertas bestezuelas más espabiladas se arroban un protagonismo desmedido, y algunas campean a sus anchas como Pedro por su casa. No exagero, ya lo comprobareis cuando entre en detalles. Pero vayamos por partes y en orden para no mezclarlo todo.



Hasta ahora he visto four species de mamíferos silvestres. La ardilla, que es fácil de encontrar unas veces vivas y otras atropelladas en las zonas arboladas, el erizo, el ratón casero y el conejo. En realidad a éste último he tenido the oportunity de observarlo sólo en contadas ocasiones porque debe ser muy nocturno o reacio a los espacios abiertos. Sin embargo, toda la zona norte de la isla está llena de fóllega que delata su presencia y alta densidad. Para que nadie se pierda en cábalas innecesarias, advierto que me estoy refiriendo a los conejos de campo.




Pensareis que the rabbits harán las delicias de los cazadores endémicos. Pues no señor, nada de eso, porque en Magic Island la caza está prohibida con carácter general. Hay sitios donde podría practicarse y algunos privilegiados lo hacen, pero se trata de espacios concretos y reducidos que nada tienen que ver con las grandes extensiones de campo a las que estamos acostumbrados en España. 



Tiempo atrás se pensó introducir el faisán con fines cinegéticos pero las autoridades locales no dieron el visto bueno. A pesar de ello se soltaron faisanes en la isla, se han aclimatado perfectamente y hoy se baraja la posibilidad de permitir su captura debido a su abundancia. Lo cierto es que se ven unos ejemplares polludísimos en los pastos y zonas de cultivo, donde tienen alimento seguro, carecen de depredadores y los endémicos todavía se abstienen de sacudirle con la de los ojos negros (la escopeta de cartuchos para los que no manejais el argot).


La tercera especie que podría alegrar the eyes de los cazadores es la paloma torcaz. Esta especie se reparte por toda la isla, incluidos los parques rodeados de edificaciones. A veces se ven nutridas porrillas de ejemplares, en zonas rurales donde disponen de comida segura o en las arboledas urbanas que toman para sestear y recogerse durante la noche. Sin embargo, a mi me da la impresión de que la población de torcaces se vendría abajo si permitieran cazarlas en Magic Island, así que mejor dejar las cosas como están y, como mucho, que sean los conejos y faisanes (ambas especies introducidas) quienes conciten el interés de los seguidores de San Huberto.


Cornejas negras hay bastantes, cuervos pocos. Las cornejas son laboriosas y confiadas, bajan a la playa a carear con la bajamar, entre las piedras y las algas, y revolotean por el campo en discretas bandadas. Si no fuera por el plumaje enlutado que poseen y por esa voz aguardentosa que empeora la situación cada vez que abren el pico, hasta podrían resultar simpáticas. También hay urracas. Como en todas partes, viven desperdigadas, una por aquí, otra por allá, evitando la city. En cierto modo me recuerdan a alguien, no digo el nombre porque casi todos la conocéis, discretas, viviendo a su aire, sin saber de dónde vienen ni adónde van, independientes por naturaleza.




Mención aparte merecen las gaviotas porque son harina de otro costal. Se han convertido en the sheriffs of Magic Island. ¡Vaya pajarracos odiosos! Lo siento pero con estos bichos no me ando con eufemismos. Están por todas partes, incluidos tejados y calles de St Helier. Imaginaos la noche plegando velas para dejar paso al amanecer. Bien, pues antes de que comience a clarear, las macizas pavanas comienzan a graznar, berrear, vociferar o lo que sea con verdadera furia. Nada que ver con el bucólico canto del gallo anunciando la llegada del nuevo día. Un error de la selección natural al que habría que poner remedio aunque fuera recurriendo a medios coercitivos (de pedradas para arriba). Sin embargo cualquiera se atreve a mentarlo sin poner en riesgo la continuidad del sabático. Aquí mirar mal a los irracionales, wilds or domestics, tiene poco predicamento.




Pero a pesar de todo, como dijo Galileo, la Tierra se mueve. Tal es la escandalera matutina de los alaridos gaviotiles que sólo el camión de la basura tiene capacidad para eclipsarlos momentáneamente mientras recoge los contenedores, labor abnegada pero estrepitosa que también percibimos los moradores y vecinos del love nest a las 6,15 horas a. m. Debe ser fruto de la globalización que los camiones de la basura bramen igual en todas partes. Total, que apagas el despertador y te dedicas a seguir escuchando a los descendientes del afable Juan Salvador, una vez que el vehículo se aleja calle abajo atronando al resto del barrio. A mi nadie me convence de que si Richard Bach hubiese vivido en Magic Island, el protagonista de su obra más famosa hubiera sido cualquier cosa menos una gull.


A la hora de morfar no le mezquinan a nada (dicho en pseudoargentino). Papeles, plásticos, cáscaras, cualquier cosa que sepa, huela o se les antoje comestible. Sin andarse por las ramas, en el restaurante de la Durrell y en los bares de la costa te quitan el sandwich o se llevan la pizza que tienes en la mesa mientras vas por el café. Quien no se lo crea que le pregunte a Rafa Villafuerte o a Paqui Castro, que son personas de aquilatado fuste y lo han visto con sus propios ojos. Incluso Lady Messy, the happy boy y un servidor hemos observado a una de ellas penetrar en una casa a través de la ventana, sacar tostadas y repostería sobrantes del desayuno y disputárselas luego con otros congéneres en una repisa exterior del edificio. Obviamente quien siembra viento recoge tempestades. Cuando proceden a aliviarse, con esa dieta tan poco estructurada, los regalos que sueltan los animalitos son de temer, hasta el punto de que plastas tamaño huevos fritos y chorreones decoran, sin distinción de ninguna clase, edificaciones públicas de tronio, casas señoriales y apartamentos de non qualified people.




Finishing the bacon roll and the coffe with milk comienza a amainar el concierto gaviotil. Cuando sales de casa, camino del trabajo, ya sólo quedan algunas solistas empecinadas en prolongar la matraca. Pero he aqui que un halcón peregrino empadronado en un torreón de St Thomas, the church que tenemos frente a la parte trasera del love nest, también ha tomado por costumbre diaria significarse a gritos. Empieza a lloriquear cuando ya hay buena luz natural, lo de madrugar no parece que le apasione, y los piidos plañideros que emite dan a entender que le gustaría seguir siendo alimentado por sus progenitores, en lugar de tener que salir él en busca de palomas. Otro nini. Lo peor de este plumífero es que, los días que pilla la pataleta, cada diez minutos lanza un ki-ki-ki-kiii a los cuatro vientos y con esta letanía puede tirarse el resto de la mañana y parte de la tarde. Yo esperaba que el instinto migratorio le forzara en breve a marcharse, pero a estas alturas temo que recorrer los 22 km que separan Magic Island de Francia no está entre sus prioridades, porque eso implicaría volar de un tirón más de lo que el veterinario le recomendaría para mantener el tono muscularen en aceptable estado.





Para no hacer interminable y aburrida esta checklist de fauna terrestre, tan sólo me voy a referir a dos especies más: un díptero y una lagartija. Al insecto lo conoceis todos, la tipula, mosca grúa o crane fly, que por los tres nombres responde. Hasta ahora es el único bichillo realmente abundante en esta isla paradisiaca. Afortunadamente no le mola la sangre, porque ya sabéis que vuestro non qualified hero es proclive a las picaduras de todo artrópodo viviente, incluidas las especies que son por naturaleza herbívoras. Atraidas por la luz, se meten en casa y con su desmañado vuelo continuamente se tropiezan con uno, lo cual es harto desagradable cuando estas acostado tratando de conciliar el sueño o de guardia ante el ordenador esperando la llamada de mi mother in law. Por favor, lo de mi suegra tomároslo con interés porque no hago más que darle vueltas al asunto.



La mayoría de las tipulas deben estar ya criando malvas pero, al comienzo del otoño, eran plaga. Su hábitat favorito es el pasto, de ahí esas patas tan largas para apoyarse en las hierbas. El primer partido que jugó the happy boy en un complejo deportivo cercano a su school, donde el cesped se extiende por varias hectáreas de terreno loteado en otros tantos campos de football, lo tengo asociado a miles de crane flies tapizando las paredes exteriores de los vestuarios. Se habían concentrado allí para perpetuarse antes de devolver la cuchara. Doy fe que cumplieron con obediencia prusiana los designios de la madre naturaleza, entregándose al sexo tántrico (como ni uno ni otro se mueve duran horas enganchados) sin aparente regocijo ni expresión indicativa de estar en lo que estaban. Dios le da pan al que no tiene dientes.


La lagartija es un caso muy especial. En Magic Island la cosa está chunga para los reptiles, es decir, apenas hay. Esta lagartija se aclimató en Jersey pero falta de las otras tres islas del Canal (Guernsey, Alderney y Sark). La mayor población se encuentra dentro de Gorey Castle, razón por la cual hay figuras esculpidas por doquier, adosadas a las paredes de la fortaleza, advirtiendo de su presencia. Allí se le rinden honores de lagarto y como Gerardo se motive (nuestro compatriota herpetólogo de la Durrell) igual se le concede el título de sir local crocodile. De momento no voy a identificarla porque estoy seguro de que David Romero lo va a hacer por mí y va a poner su nombre en un comentario del Blog para todos vosotros. David, no te demores ni te equivoques, porque te estás jugando una posible estancia en la Durrell y a mi me dejarías con las nalgas al wind por presumir de tí casi tanto como de Olivero.









No quiero concluir sin hacer una breve mención de la fauna marina. Moluscos y crustáceos atlanticos se ven, se pescan, se cultivan y se comen en abundancia. Destaco las ostras, los berberechos, las navajas, una oreja de mar, los bogavantes, los centollos, las zapateiras, los mejillones y las peregrinas. Esto no es Galicia pero casi. Los gusanos que viven en la zona intermareal son muy abundantes y activos aprovechando la bajamar. Y entre las aves hasta ahora la más emblemática es la barnacla carinegra, que para los no iniciados es un pato grande que no alcanza las dimensiones de ganso. Uno of our hobbies al anochecer es acudir a la playa para verlas comer en la misma orilla, donde las olas las envuelven sin que parezca importarles mucho. Un espectáculo bellísimo. Y dicho esto me callo, basta de bichos por hoy. ¿A que no os ha resultado tan pesado?







Ladies and Gentlemen les emplazo para la siguiente entrega, la cual no se va a demorar mucho porque estará cargada de anécdotas que necesito contar en caliente. Es como la carne a la brasa, si se enfría ya no sabe igual. Os quiero a todos aunque a unas más que a otros. See you soon.