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Isla de Jersey, Channel Islands, United Kingdom
En el ecuador de la cincuentena

miércoles, 16 de marzo de 2011

XIV.- My slave driver, John Fa

Hello people, hi mother in law. Por varias razones hoy me apetece escribir this chapter. Para empezar, es la última entrega de invierno, circunstancia que celebro con alborozo porque ya era hora de darle carpetazo a esta inclemente estación. La verdad es que no ha sido demasiado mala, pero el simple recuerdo del gloomy autum y la posibilidad de que la nieve pudiera hacer de nuevo acto de presencia no resultaban demasiado tranquilizadores. El invierno es depressing, ya me lo advertían sus habituales sufridores con conocimiento de causa. Febrero es especialmente anodino, los endémicos pierden los papeles y todo el mundo aplica el filtro preceptivo antes de maljuzgar a los demás.


Marzo ya es otra cosa, los días son más largos, los daffodils inundan toda Magic Island y los pinzones cantan ya con regularidad. En definitiva, the spring is coming aunque el frío no acaba de marcharse.
Tras este convencional exordio llega el momento de abordar el tema de hoy, un monográfico dedicado a la persona que me invitó a trabajar con él y con quien comparto despacho y otras complicidades desde hace seis meses y medio. Esta es la segunda razón, la más importante, que hace hoy especially agradable la puntual tarea de manteneros informados cada quince días de las novedades que por aquí acontecen. Bien, menos rodeos y vamos al grano.


¿Quién es el Professor John E. Fa? Oficially es el investigador que me abrió las puertas de la Durrell y quien ha de informar favorable o desfavorablemente acerca de mi rendimiento al término de la estancia sabática. Sospecharéis, por tanto, que no voy ser excesivamente severo con él pues, although nadie me impida nadar a mi antojo, es preferible no alejarse mucho de la orilla para no perder de vista la ropa. Pero mis pertenencias están a buen recaudo porque John es el tipo de persona con la que cuesta llevarse mal o siquiera convertirlo en blanco de un enfado pasajero. Sólo lo he visto una vez cabreado, con nuestro vecino el de "morning Mario", pero en lugar de cagarse en su madre, a los cinco minutos lo estaba buscando para darle la mano. Therefore os digo que si alguien teme que vaya a dorarle la pildora en interés propio, se equivoca en el fondo del asunto pero no respect to  la forma en que voy a expresarme. Ello se debe a que hablaros de John es hacer un retrato de la bonhomía, por eso no hace falta fingir aprecios compulsivos ni  presuponerle virtudes inexistentes o poco conspicuas, sino simplemente pintar las cosas con el mismo color que tienen fuera del lienzo. Así de fácil, económico, honesto y real, como la vida misma.


John es llanito de nacimiento, un personaje de frontera. Ser gibraltareño ha tenido for him muchas ventajas y el inconveniente de los peces de estuario, en el sentido de que nadie sabe exactamente sin son hijos del mar o del río. Y lo peor de todo es que estés donde estés always se sospecha que eres de la otra parte.
Ante sus alumnos del Imperial College, del International Training Centre de la Durrell o de cualquier otra parte del mundo donde imparte docencia, se autodefine como un español barnizado de inglés, a lo que yo añado que salpicado de desconchones a través de los cuales supura el salero gaitano de su rama materna.
Some people me pregunta con cierta frecuencia:
- Oye, el guiri con el que trabajas, ¿chapurrea algo de español?
Joder que si lo chapurrea, y con acento de La Línea. Es tan castizo y tan andaluz como el que más y le gusta el flamenco, especialmente martinetes y tarantas, almost tanto como a mi suegro. Encima se pirra por el pata negra y los potajes y se alivia a la española, con respeto y tronío, después de un plato de garbanzos, ¿qué más queréis? But a la par de todo esto, cuando se pone a hablar inglés lo hace con tal riqueza de vocabulario y correcta dicción que Shakeaspeare resultaría un aprendiz a su lado. Le gusta el té más que el vino, nadie es perfecto, y está casado con una inglesa de libro, discreta, independiente, que nos quiere, nos protege y nos mima sin apreturas, nos surte de verduras y está en trance de acabar aprendiendo que no somos los Vega sino los Vargas. Jill es un encanto y el Happy boy la tiene encumbrada en los altares como la diosa de la buena alimentación. Es dietista y cada vez que abrimos un paquete de patatas, doritos, cheetos u otras chucherías perniciosas por el estilo, pronunciamos su nombre en voz baja, con atrición de pecador y alivio de arrepentido, aliviados de que no sea testigo de nuestros anatemas alimentarios en esos momentos de descarrío.

Uno de estos dos coches que aparecen en primer plano es el de John. Se admiten apuestas. Nos os dejéis guiar por las matrículas porque ambas son de Jaén.  La solución podéis encontrarla al final del capítulo.









John es un tipo grande de cuerpo, mente y corazón. Igual de otras cosas pero ni estoy seguro ni viene al caso. He is un gran científico y una gran persona, ni engolado ni humilde, sencillamente humano. Es tan difícil encontrar ambas cualidades amalgamadas entre mis colegas, y en general entre los representantes de nuestra especie, que sería innoble por mi parte no decir las cosas como las siento, aunque a él no les guste que las diga y mucho menos que las haga públicas aquí. Every day me da lecciones sin ser conciente de su magisterio. No es paternalista ni da consejos, paradójicamente los pide, pero bajo su sombra muchos vienen a cobijarse. Mrs. Lee Durrell lo tiene en alta consideración, Gerardo y Javier son fedatarios del gran empuje que experimentó el Trust since John entró por sus puertas, while otros prefieren no pasarle la pelota para evitar que marque más goles que ellos. Así es la vida incluso en Magic Island. No tenemos arreglo.


A John lo conocí hace más de veinte años. Me lo presentó David Barros en una salida de campo que hicimos al valle del Genal. A lo largo de este tiempo we have had un contacto cordial pero esporádico. Sospechaba que nos ibamos a llevar bien, que congeniaríamos, pero no tenía ninguna seguridad al respecto. Al principio empezamos peloteando del lado inglés, manteniendo las distancias y sembrando en ese terreno de nadie buenos modales y calculada cortesía. Pero poco a poco nos fuimos a jugar a la acera de enfrente. A tomar por culo el sorry, que ya está bien de marear la Red-legged partridge. En definitiva, que ahora somos muy buenos amigos y nos seguimos respetando, sin necesidad de andar con medias sonrisas ni las jilipolleces de pase usted primero, sir; no, de ninguna manera, after you of course. Para qué negar a estas alturas que de John, como de los gorrinos, me gusta hasta los andares, Y tanto Lady Messy como el Happy boy opinan lo mismo que your hero.


Como Biólogo de la conservacion es una figura de reconocidísimo prestigio. En África lo veneran y en Suramérica le hacen la ola. He´s un idealista que vive con los pies en el suelo y el corazón abierto de par en par ante los problemas de los necesitados. Tiene la honestidad de no pedirles sacrificios a quienes comen cuando y lo que pueden. El discurso politicamente correcto, hueco y engañoso no le va. Precisamente hoy tiene una intervención en Bruselas, ante el Parlamento europeo, sobre el problema del consumo de carne de caza y la conservación de especies amenazadas en los bosques tropicales. Claro, cuando lo comparo con otros que se creen chamanes de la ecología profunda, keepers del pensamiento único (el suyo, claro está), inquisidores de la libertad ajena, con tendencias a disfrazarse de Robin de los bosques mediterráneos a ver si alguien los confunde con el Aldo Leopold del encinar y, aparte de una palmadita en sus hipertrofiados egos, les da una golosina, un puestecillo de confianza u otra cosilla por el estilo, resultan deprimentes para todos aquellos que vienen trabajando para defender el valor intrínseco de los sistemas naturales y de la biodiversidad que albergan. Esa es la diferencia entre los que son grandes por méritos propios, como John, y los que quieren serlo a costa de vivir encaramados over espaldas ajenas.
Mirad, cuando todo lo que brilla  parece oro y finalmente tropiezas con una pepita auténtica, te das cuenta de la abismal diferencia que existe entre una baratija pajiza y una pulsera de ley. Yo he tenido la suerte de experimentarlo y ahora tengo la responsabilidad de mostrarselo a los demás. Ya lo se, ya lo se, también yo lo pienso. I´m demasiado pasional pero no quiero evitarlo. Tenía que decir las cosas tal cual las siento o habérmelas callado. Obviamente he optado por lo primero.


Lady Messy, John y yo solemos comer los martes en algún sitio de los alrededores de la Durrell. Son almuerzos entrañables y sencillos. Bien es cierto que eso se tercia while el llanito habita en Jersey, lo cual no sucede muy a menudo. El tio viaja más que el baul de la Piquer. Servidumbres de ser importante y querido en todos lados. Veréis pues que no soy el único que opina de esta guisa. Fortunatelly Jill le controla la agenda porque, para que no todo sean lisonjas, es un poco despelotado. Ya no lo veo hasta el lunes. Eso tiene la ventaja de que me encierro en el despacho y el trabajo me cunde que da gusto. Sin embargo tiene el inconveniente de no tener con quien compartir el dichoso sandwichito del medio día. Por cierto, hablando de comidas, en este aspecto John es muy parecido a Enrique Justo, dos consumados gentlemen donde los haya. Todo les gusta, todo se lo comen con agrado, todo les parece bueno. Vamos, como el Happy boy.


Hacer planes con John fuera del ámbito laboral tiene la limitación de su excesiva movilidad. Last week, aprovechando que estaba aquí, nos propusimos ir al gimnasio. Preparamos la ropa, las zapatillas y toda la parafernalia pero, mire usted por donde, empezó a tentarme con aquello de por qué no lo dejamos para otro día y nos tomamos a coffee; no, mejor vamos porque a ti te apetece... ¿Que hicimos? Os lo podéis
imaginar. Y el caso es que los gym de Magic Island are very well.


 

Sí, este es el coche de su propiedad. Entiendo que era difícil adivinarlo porque no se aprecian bien los detalles en las fotos. Es un coche ecológico, como podéis comprobar abajo. Está repleto de líquenes.















My friends, basta por hoy que ando ya escaso de incienso. Si alguien quiere una foto de John para hacerse un relicario no tiene más que pedírmela y si la preferís en formato estampita tipo Fray Leopoldo de Alpandeire, Lady Messy se encarga de hacérosla. Total, que más flores no caben en esta entrega. Pero es que the spring is comingr, you don´t  forget it. Creo que esta noche me he ganado a pulso el informe favorable de my slave driver y dormir a gusto porque he escrito lo que es de justicia y me apetecía. Thanks you John and good night everybody. La próxima entrega inaugurará la estación más bella del año en Magic Island. No me faltéis a la cita, campeon@s. Bye again.



martes, 1 de marzo de 2011

XIII.- Pubs and beers

First of  all, happy birthday to you, Encarna. Al resto de los lectores muy buenas, como siempre. Se huele la primavera, the spring is caming. Los daffodils lo proclaman y el pinzón ha empezado a cantar aunque sin prodigarse. Esta última señal es la que en Málaga tiene para mí mayor peso específico y fiabilidad. Here no lo sé de cierto pero lo voy a comprobar en breve. El fresquillo, however, persiste al comienzo y al final del día. Esta semana no va a ser necesario tener a mano los abanicos. Tanto da con todo lo que llevamos pasado. Es más, me decepcionaría mucho que rompiera a templar antes de tiempo. Each thing occuping its moment and place.


Antes de empezar a contaros historias sobre los pubs y las cervezas inglesas, es de justicia que desagravie a la persona que prometió pasarme una foto antigua del edificio donde trabajo, cuando él zoo abrió sus puertas al público en 1958. Resulta que era el momento de hacer pública la anterior entrega del blog y la foto no llegó a su destino, en contra de lo que esa persona me había prometido, ¿lo recordáis?  Bien, pues no fue culpa suya. The picture entró en mi laptop con dos días de retraso but constaba en el mail que había sido enviada on time. Es decir, que de no haber habido contratiempos ajenos a su voluntad, la hubiese podido adjuntar cuando yo tenía previsto. Por tanto, al pan pan y al vino vino. Esa persona, cuyo nombre Gerardo prefiero seguir manteniendo en el más estricto anonimato cumplió con su palabra.





Tengo que reconocer que es un gran tipo y así lo quiero proclamar al viento de Magic Island, que es verdaderamente desagradable y pertinaz. La semana pasada salimos juntos una noche a muestrear anfibios. Qué rato más entrañable pasamos. Era una noche metida en niebla y ventosa pero no hacía frío. Estuvimos en un páramo descarnado, imposible de orientarnos usando referencias naturales. Una noche de crímenes ingleses y apariciones espectrales. Sapos vimos lo que no está escrito, afanados en un calentón reproductivo que a mis años era digno de envidia. ¡My God, que frenesí! Incluso presencié escenas poco edificantes, orgiásticas, que yo creía exclusivas de nuestra lujuriosa naturaleza humana. Os adjunto la instantanea de uno de los muchos ménages à trois que presencié abochornado. Espero no herir la sensibilidad de nadie. Lo cierto es que bullían tantos sapos dentro y fuera de las charcas que había que caminar con mucho cuidado para no pisarlos. Total, una noche inolvidable que no pudimos rematar con una cerveza porque eran más de las once cuando terminamos, y esa es la hora tradicional a la que dejan de servir cerveza en los pubs ingleses.



Como sabéis, pub es la forma abreviada con que aquí se conoce a las antiguas Public houses. Son tan tradicionales y emblemáticas que una de las visitas inexcusables que el viajero hace cuando pone un pie en la pérfida Albión es degustar una pint of beer en una de ellas. No obstante, tengo que reconocer que ya no son lo que eran. Los pubs ingleses se caracterizaban por su abigarrada decoración, la semipenumbra que invitaba a la conversación o a la meditación solitaria delante del  half a litre de cerveza y la música de fondo que procedía de aquellas antiguas máquinas de disco que los parroquianos elegían a cambio de unos peniques. Así eran cuando antaño visitábamos Londres con cierta frecuencia, o cuando Javivi y yo éramos los shogunes de Sheffield allá por 1990. Ahora todos los pubs, con escasísimas excepciones, tienen pantallas de televisión donde imágenes deportivas en vivo o enlatadas se suceden sin interrupción. Además, lo curioso es que dentro de un mismo local te ofrecen distintos acontecimientos deportivos televisados, de modo que puedes elegir mesa en función del partido o carrera que más te interesa. Pero lo peor es que los wekkends por la tarde-noche muchos pubs trabajan el karaoke, con lo cual todos ellos adquieren un parecido grotesco con los bares de copas de inundan nuestras ciudades.


Sheffield, 1990


Para tranquilidad de los carrozas como yo, quiero haceros saber que aún quedan establecimientos a la antigua usanza, aunque a veces no es fácil dar con ellos. Para nosotros hay un par de pubs que tienen un encanto especial. Uno de ellos es el Black Dog, situado en la costa norte y dando cara al mar, donde el ambiente y la comida are excellents.







También nos gusta mucho The Forresters, el más antiguo de Magic Island, que data de principios del siglo XVIII, está situado en las costa sur, en las afueras de St. Helier, y era el lugar donde the farmers depositaban las armas cuando acudían a la ciudad para vender los productos que cultivaban. Sometimes caminamos tres cuartos de hora desde el Love nest para tomarnos allí un par de cervezas y unas cheese and onion crisps.




 Aquí en Magic Island hay una cadena de pubs muy famosa que se llama Randalls, correspondiendo such appellation al apellido de la persona que la fundó en 1819. Currently there are 19 pubs adscritos a esta franquicia distribuidos por toda la isla y 26 concentrados en St. Helier. Todos ellos tienden a converger en un patrón común, pero yo creo que predomina la diversidad sobre la similitud. Los hay donde tomar una cerveza and speach de los viejos tiempos es parada y fonda obligada, los hay donde comer vale la pena if you don´t wait more than la cocina inglesa puede ofrecerte y hay otros donde te tomas una pinta y prefieres no repetir. Uno de ellos, que no pertenece a la cadena Randalls, es el que Lady Messy y yo hemos rebautizado como el "pub de los rudos", por la facha de los tipos que fuman outdoor. Finalmente rompimos nuestra aprensión y entramos, tras un primer  intento fallido por culpa del karaoke. No nos gusto y  hasta las escasas mujeres que allí había, o habitualmente se ven en la puerta inhalando bocanadas de humo, tienen un cierto aspecto mundano.





Hay más lugares Randalls y otros que no are included in esta franquicia que se atienen a los cánones del pub tradicional. The Royal of St. Martin y the Trinity Arms, ambos cercanos a la Durrell, son ciertamente atractivos y placenteros. Conocemos alguno más que igualmente dan la talla, pero como no se trata de hacer una lista exhaustiva pues me remito a los hechos y el que quiera visitarnos tiene asegurado un circuito on foot por las Public Houses of Jersey. Con Jose María estuvimos haciendo el Sunday lunch en The Admiral y no fue mal la cosa. Tomamos unas hamburguesas caseras realmente jugosas y unas pintas de genuina cerveza de la tierra. Obviamente hablamos de Eugenia y de su más querida amiga, proponerse lo contrario hubiera sido una quimera.


En los pubs habitualmente se bebe cerveza de barril. También hay botellines de marcas que no trabajan el asunto al por mayor. Dependiendo del lugar, la variedad oscila entre 6 y las 12 grifos distintos of beer. He tratado de sistematizar los tipos de cervezas existentes pero es un asunto mucho más complicado que el de los vinos. Así que evito intentar haceros una síntesis de una materia en la que no soy perito y me limitaré a destacar las tres clases que solemos beber. Habitualmente nos decantamos por la  Lager, cerveza ligera y rubia similar a la que bebemos en España. La que mas nos gusta es la Carling y cuando no la encontramos pedimos Foster, Stella Artois o Carlsberg. Si la situación requiere una cerveza con más cuerpo tiramos de la Bitter, generalmente John Smith´s o Best. En ocasiones especiales nos decantamos por la Guinnes, la típica cerveza negra británica de cuna irlandesa. Hay más pero no suelen formar parte de nuestro repertorio.


The english pub sigue siendo refugio de varones y muchos de ellos no admiten la entrada de los children. El sex ratio siempre está a favor del los hombres. Hay un personaje muy típico que sin excepción te lo encuentras en todos los pubs. Se trata del cincuentón solitario, avejentado, taciturno, que cuando llegas tiene una pinta de cerveza en la mesa, la mirada perdida y la mente no se sabe donde. Es humano porque no puede ser otra cosa y se trata de un ser animado porque de vez en cuando parpadea y realiza pequeños movimientos. Bebe casi a hurtadillas, pequeños sorbos, sin preocuparle que la entropía iguale la temperatura del brebaje que tiene ante sí con la del ambiente, ni que el gas huya del vaso dejando inerte la vitalidad del líquido, unas veces pajizo, otras color té y en ocasiones como la conciencia de un traidor. Los menos, en un momento probably sublime, se levantan para pedir otra pinta antes de terminar la que apenas han bebido. En los pubs se paga en the counter antes de retirar la consumición. La mayoría sigue en la misma postura que cuando llegamos, una vez apuradas nuestras pintas y puestos los abrigos para marcharnos. Es un misterio cuyo encanto reside en no tratar de averiguar qué les induce a comportarse de esa enigmática guisa.


A veces he discutido con John y algún que otro parrquiano si los endémicos beben more than us. Yo no lo creo así, más bien me parece que lo hacen de forma compulsiva durante los fines de semana. ¡Cómo sopla el personal durante el weekend!. Por las noches ves tipos que zigzaguean con soltura de bailarina y alguno elevando el tono de voz más de lo habitual. No son las cogorzas que presenciamos en Islandia pero dan la talla. Then les sale el gen bárbaro y vociferan como debieron hacerlo un cuarto de hora antes de tomar Roma. Como aquí la gente es comedida llama mucho la atención cuando el OH les potencia los decibelios. Pero son pacíficos y van a su bola. El sábado pasado me tropecé con uno que me pidió fuego because su encendedor no le funcionaba. Era todo un espectáculo ver como intentaba casar la llama con la punta del cigarrillo, y toda una preocupación que se la acercara al cuerpo porque combustible llevaba encima como para darle tres vueltas a la isla sin tener que pararse a repostar.


En fin, que los pubs y la cerveza dan tema para muchas reflexiones. Más adelante os contaré una teoría que me ronda por las mientes. Ahora creo que es tiempo de ir plegando velas, porque me estoy empezando a barruntar que hoy me he pasado de la raya escribiendo y Lady Messy colgando fotos. Pero me vais a perdonar si antes de concluir os cuento un par de anécdotas relacionadas con todo esto. Éramos unos pardillos casi recién llegados cuando empezamos a hacer catas de sitios y birras. Una noche entramos en un pub aparentemente acogedor y que, en efecto, resulto serlo. Me acerqué al mostrador y vi una marca que aún no había probado. Señalé con el índice el grifo y pedí one pint. Mientras la chica me servia noté que la cerveza tenía un color muy clarito, como la Coronita mejicana. Bueno, me equivoqué, pensé, pero es lo que tiene querer probarlo todo. Y tanto que la erré, fatal wrong. Ojalá hubiera sido una Coronita. ¡Era sidra! No comments.


La segunda trapisonda nos sucedio en el Love nest. Había comprado unas John Smith´s que tenía ganas de libar, era casi un antojo. A los pocos días Lady Messy sacó una lata del fridge y la abrió. Sonó una pequeña explosión, como cuando una bebida carbónica está muy agitada, pero el contenido no escapó al galope del recipiente. Bien, mejor así. Pero cuando se empezó a llenar el vaso aquello era todo espuma. Afortunadamente se asentó con bastante rapidez y el líquido le ganó la partida a la  brown froth. No estaba mala. Más he aquí que cuando fuimos a trasegar el último tercio de cerveza que quedaba en la lata, notamos por el sonido que había algo voluminoso en su interior. Yo pensé que aquella cerveza se había desnaturalizado, precedentes teníamos para pensarlo, y que aquello era algún componente que se había solidificado. Lady Mesyy por supuesto pensó lo peor: es un ratón momificado. Inmediatamente suspendimos la consumición y con la mirada le indiqué que me acercara el abrelatas. Tras varios segundos de angustiosa incertidumbre comprobamos que era una bola de plástico con un agujero. In that moment hubiera preferido encontrar al mouse porque negros nubarrones me sobrevolaron: esto es una bolita con detergente o desinfectante que se ha quedado en el interior de la lata y ahora el misterioso liquido me debe estar corroyendo las entrañas y envenenando mis órganos vitales.


Total, que en vez de acudir al médico para tratar de explicarle en inglés lo sucedido mientras el contenido letal de la bolita devoraba mis últimos minutos de vida, me metí en Internet que lo sabe todo como algunos ecólogos. Tras varios palos de ciego encontré la clave que buscaba. La bolita de marras no iba a dejar viuda a Lady Messy ni huérfano al Happy boy. Estaba puesta adrede en el interior de la can. Se trataba de un floating widget inventado por la marca Guinness en los años 60,  comercializado una década más tarde, y que hoy es utilizado por varias firmas cerveceras. Contiene nitrógeno líquido a presión que, al abrir la lata, se mezcla con el escaso anhídrido carbónico que contienen las cervezas que lo usan y produce unas burbujas muy finas que potencian o conservan, según se mire, las características más señeras del producto. Podían avisar, coño, lo mismo que advierten de la presencia de bisulfitos en los vinos. En fin, todo quedó en el susto. Ser un non qualified tiene estas cosas.


Guys, lo dicho, que no hemos pasado en esta entrega. If you need to do some coments don´t hesitate contat me. Bye bye and cheers.

Nota: Para los que sois un poco torpecitos como yo, las fotos se pueden ver mas grandes pulsando sobre ellas con el cursor. Para volver al blog y cerrar la foto, pulsad la flecha de volver atras (arriba, a la izquierda de la pantalla).