Imaginaos que un día escucháis en el trabajo que van a destinaros a otro lugar, a una city lejana. Un simple rumor, porque ni vosotros queréis ese traslado ni hay posibilidad de que suceda tal cosa. Pero seguid imaginando que el asunto deja de ser un chascarrillo, va tomando fuerza y se convierte en realidad. Así que de buenas a primeras os encontrais lejos de casa, habiendo dejado atrás family, friends y todos vuestros referentes, para iniciar una aventura no deseada, en un lugar remoto y rodeado de people al que no entendéis porque hablan un idioma extraño. Imaginaos finalmente que cualquier queja vuestra sistemáticamente la ahogan frases como "qué suerte", "qué envidia", "eso es bueno para tí", "verás como en el futuro lo agradeces".

Quizás convenga empezar por el principio para que este relato adquiera la dimensión que vuestro non qualified hero quiere darle. Si por el Happy boy hubiera sido no estaríamos aquí. El día más crítico durante la fase previa al viaje fue cuando se dió cuenta de que la cosa iba en serio. Lloró con amargura delante de un plato de sopa de fideos, porque cambiar su colegio y dejar a sus amigos por una english school y unos blond guys con los que no se iba a entender le parecía insoportable. Pero la suerte estaba echada y de nada valieron sus lamentos. De hecho aquí estamos y aquel bloomy day hace ya más de seis meses que quedó atrás.
Recién llegados a Magic Islan nos encontramos sin vivienda y él se sintió culpable al enterarse de que nuestra veleidosa patrona dio marcha atras, rompiendo la palabra de su marido, por mor de las posibles molestias que le podía causar un niño extranjero de 11 años. Ironías del destino, el marido trabaja en la Durrell y tienen una hija que es compañera de clase del Happy boy. Pasó cuatros días fatales en el hotel donde nos hospedamos mientras buscábamos un love nest donde instalarnos. No era para menos, teniendo en cuenta, además de todo lo dicho, que el día antes de comenzar las clases estaba por resolver a qué colegio lo íbamos a mandar. Finalmente, siguiendo una vez más el buen criterio de John, decidimos dejarlo en el que le correspondía de habernos quedado a vivir en Villa no children.
Podeis suponer cómo fue el día de la apertura del curso. Lady Messy, John y yo lo acompañamos al colegio (Mont Nicolle). Al pobre no le llegaba la shirt al body. Salieron a recibirnos el director y el que iba a ser su profesor, Mr. Brown. A continuación, como paciente que se llevan al quirófano en contra de su voluntad, entre los dos escoltaron al Happy boy hasta la clase. La mirada que nos echó era implorante, angustiada, de miedo, pero allá que se marchó encarando su destino como los Vargas hemos sabido hacer durante generaciones cuando el deber nos requería.
Lady Messy y yo le temíamos a esos primeros días como a una green steak. Pero aparentemente no fueron tan traumáticos, digo aparentemente, porque el Happy boy, a pesar de encontrarse como humano entre extraterrestres, fingió que todo iba bien para no preocuparnos. Cuánta grandeza de su parte en medio de tanto cáos. El mejor rato del día era cuando salía a jugar al cesped durante el break time. Del resto de lo que sucedía en el interior del aula el pobre ni se enteraba y las mañanas se le hacían interminables. Por fortuna lo incorporaron al equipo de football de su clase, iniciativa que acogió de buen grado y que le ha facilitado relacionarse con el resto de sus compañeros. Bendito football y nuestro agradecimiento más sincero a Mr. Hollywood que supo darse cuenta de que ésta era la mejor forma de motivarlo. Aprovecho para deciros que el único inglés que tienen que saber los niños para jugar al football en Magic Island es come on y away.
El primer fin de semana fue sospechosamente positivo. El Happy boy estaba eufórico y deseaba con todas sus fuerzas que llegara el lunes para volver a jugar con sus compañeros. No era normal tanta felicidad y, en efecto, el paso de los días confirmó nuestras sospechas. El primer bajón de ánimo lo tuvo enseguida. La segunda semana de clases, el colegio tenía previsto hacer una excursión a Francia con los niños de su clase, una visita cultural y deportiva que realizan cada año dentro del programa anual de actividades docentes. Mr Brown y Mr. Masterman, el director del colegio, me recomendaron que el Happy boy fuera para acelerar su integración con los demás niños. Pero él decidió que prefería quedarse porque no tenía amigos y no sabía hablar ni francés ni inglés. Nos costó un egg convencerlo pero al final optó por ir, celebró su cumpleaños en Francia y, como era de esperar, nos alegramos todos de la decisión tomada. Obviamente cuando regresó lo estábamos esperando con el love nest lleno de globos y con una tarta casera a los tres chocolates, made by Lady Messy, para celebrar sus 11 años de estreno.
No creáis que superadas las primeras semanas y vencidas las dificultades iniciales la vida cotidiana se ha convertido en un jardín de rosas. Me faltan palabras de gratitud para calificar la profesionalidad y cariño del staff de Mont Nicolle, así como el compañerismo de los jóvenes endémicos para con el Happy boy. Pero aún así la barrera idiomática lo margina en contra de su voluntad. Apenas reflexionéis un poco sobre this issue os daréis cuenta de lo difícil que le debe resultar superar con éxito las dificultades diarias, que abundan como conejos en campo de alfalfa. Inevitablemente se nos volvió a derrumbar al poco de regresar de Francia. Lloró con tanto desconsuelo que las lágrimas llegaron a dejar de correr por sus mejillas. Qué noche más desgarradora y cuantas dudas como espinas aguzadas se clavaron en mi corazón. Fueron momentos tan duros como difíciles, si bien también los superamos. El que siga pensando que este sabático son vacaciones consentidas, quizás también lo cree el Ministerio y por eso no se decide a concederme la ayuda solicitada, permítame que le advierta de su probable equivocación.
¿Cuál es el diagnóstico al cabo de dos meses y medio de estancia en Magic Island? Positivo y optimista aunque no exento de recaidas y nuevas dificultades. Al Happy boy los fines de semana le sientan peor que los días de colegio, sencillamente porque se aburre cuando está con nosotros. De lunes a viernes tiene young people con quienes interactuar, cosa que no sucede los dos días restantes. Esta es una sociedad insular, inglesa, más cerrada que la nuestra y cuesta mucho trabajo relacionarse fuera del ámbito profesional y escolar. Los problemas del Happy boy son los mismos que los nuestros, en este aspecto, pero obviamente él los lleva peor que nosotros. Hoy mismo me ha comentado que lo que más echa en falta es el tipo de vida que llevaba en Málaga, es decir, se siente desarraigado y no tiene con qué ni con quién paliar esas carencias. Entonces se encierra en sí mismo, se niega a salir del love nest e inconscientemente trata de vengarse contra nosotros como responsables únicos y directos de sus desdichas. A veces se crean y otras provoca de forma deliberada situaciones tensas que hay que sobrellevar con tacto y paciencia.

Como vuestro non qualified hero es muy terco y está convencido de que, a pesar de todo, este es el camino, busca, provoca y consigue demostrarle que la niebla no debe impedirle apreciar la belleza del paisaje. Y como el Happy boy es muy inteligente, primero se resiste a darle la razón a papa sin discutir, porque no es propio de hijos normales, pero al final acaba reconociendo que las cosas son como yo se las planteo. Esta noche acabo de conseguir otra victoria en este campo y se ha ido a la cama feliz y contento.
De momento nuestro gran aliado es el futbol. Todos los sábados juega partidos interescolares y allá que su madre y yo nos estamos recorriendo los distintos colegios de Magic Island para brindarle ánimos y compañía. El otro día su nombre apareció en una circular del colegio, en una frase que decía lo siguiente:"a cracking goal scored by Alberto", en relación a un partido importante que ganaron gracias a un tanto marcado por él. No os podeis imaginar hasta que punto ese comentario de Mr. Masterman le ha hecho recuperar parte de la autoestima perdida. Pero no acaba ahí la cosa, porque ahora lo han preselecionado para formar parte del equipo de futbol de Magic Island para enfrentarse a los teams de las otras islas del Canal. Independientemente de que lo elijan o no a finales de este mes, estamos tratando de enrolarlo en algún equipo extraescolar para que no le falte actividad y entretenimiento los fines de semana.
En el terreno académico va muy bien. Afortunadamente el contenido de las materias que están explicando no le resulta difícil y muchas de los temas que tocan en la programación ya los había dado en Málaga. Le han puesto una profesora de apoyo para acelerar el aprendizaje del inglés y lo cierto es que, a estas alturas, entiende cosas que a mí me resulta difíciles de comprender. Ya se que ponerme como referente es poco representativo, debido al coenzima ese que limita mi capacidad de comprensión de la lengua inglesa, pero es sólo para que os hagais una idea de lo rápido que está progresando.
Una cosa que nos llama mucho la atención y nos llena de satisfacción es la popularidad que ha adquirido en Mont Nicolle. Empezó destacando en el equipo de futbol y la sencillez y dulzura de su carácter han hecho el resto. Tiene ya varios amigos entre sus compañeros, especialmente un rubio de libro llamado Matthew, que también está en el football team, y un portugués rellenito que empezamos llamando cariñosamente zampabollos pero que ahora preferimos nominar como roll eater, digamos porque suena como más aristocrático. ¡Ah!, se me olvidaba, hay tambien un par de blancuchillas a las que les tiene echado el ojo. De esto no digais una palabra porque para estas cosas es muy discreto y no le gusta hablar del asunto.
Razones obvias justifican que la entrega de esta quincena esté llegando al the end, por más que dejo muchas anécdotas y reflexiones sin contar. Pero antes de concluir quisiera que, por el hecho de haber sido tal vez demasiado explícito y detailed en los aspectos problemáticos, sacárais una conclusión equivocada. Our adventure in Magic Island era un reto nada fácil y jalonado de dificultades. No obstante lo estamos superando con éxito, a base de paciencia, comprensión y ganas de seguir luchando. A pesar de los pesares el Happy boy es lo que su nickname indica, protagonista de unas vivencias que él mismo empieza a reconocer como positivas y que algún día recordará con nostalgia. En lo que a mí respecta, si tuviera que volver a tomar la decisión de venir a Magic Island lo haría con los ojos cerrados. Vamos por la buena senda aunque algunos chinos se nos metan en el zapato, para lo cual no hay mejor plantilla que el amor ni piedrecillas que se le resistan.
Abusando de vuestra tolerancia quiero pediros una cosa. Adjuntad un comentario a esta entrega, para que yo se lo pueda leer y perciba que no está solo luchando contra molinos de viento más poderosos que su adarga. Supongo que sois conscientes de que en este apartado rincón cualquier palabra de aliento resuena como un estallido de cariño, sencillamente porque se necesita. Gracias y no nos olvideis, especialmente al Happy boy que es, en realidad, el genuino protagonista de esta historia.