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Isla de Jersey, Channel Islands, United Kingdom
En el ecuador de la cincuentena

martes, 12 de octubre de 2010

IV.- God gives you wife and the devil mother in law

Cracking day el 21 de septiembre. El debut del otoño no pudo ser más prometedor, una mañana soleada, nada de nubes en el horizonte y sin viento. Pero no se cumplieron las cabañuelas y la lluvia hizo acto de presencia días después en Magic Island, se afianzó el 1 de octubre (alguien me podía haber recordado que era el santo de mi prima Betty) y ya no nos ha dejado. Qué poco dura la alegría en la casa del pobre. Al menos frío no hace todavía.

La verdad es que a los del sur nos amaga mucho la lluvia. Los endémicos están acostumbrados a ella y se sorprenden cuando uno inquiere si el happy boy tendrá entrenamiento in the afternoon o si al día siguiente se va a jugar el partido de fútbol contra el colegio de St Martin. No acaban de entender por qué preguntas esas cosas. Lady Messy lleva muy mal que the happy boy trote sobre la hierba y bajo la lluvia sin que nadie de la school tome cartas en el asunto. Desolada se cuestiona si no sería más lógico organizarle a los niños campeonatos indoor de table football (futbolín, pero que no sirva de precedente, ¿vale?). En fin, cosas del clima que tendremos que solucionar mientras persista el mal tiempo. Al cabo sólo se trata de ser prudentes y comedidos entre octubre y mayo.




Unos endémicos maduritos jugando en la playa, bajo la lluvia, al pañuelito.
Obsérvese con aprensión la cobarde actitud de los espectadores (a la izquierda de la picture) cobijados bajo umbrellas.














Los de Jersey son como los de Almogía, o se mojan a la entrada (por arriba) o a la salía (por abajo). El caso es que mojarse les importa un rábano king size.









Cambiando de asunto, ¿how many times os han preguntado por las tres cosas que os llevaríais a una isla desierta? Bien, pues a nosotros nos ha tocado decidir qué equipaje nos traíamos a Magic Island dentro de tres maletas. ¿Acertamos o no? Yes, I think so. Nada importante parece haber quedado en Málaga y a todo lo acarreado le estamos dando uso. Pero también estoy seguro de que, si en lugar de esto hubiésemos traído lo otro, la respuesta sería la misma. In other words, la mayoría de las cosas materiales que compramos no son tan necesarias como creemos. Hago una reflexión: aquí dispongo de un vademecum poco surtido y no soy menos feliz  por culpa de esas carencias. ¿Por qué será?

Si en vez de referirnos a cosas hablaramos de personas, y el dilema consistiera en elegir a tres acompañantes para la isla desierta, otro gallo cantaría. Fijaos, sería más fácil realizar la elección after than before, es decir, tras llevar un tiempo instalados, como nosotros lo estamos, en la supuesta isla de destino. Porque, sin proponértelo, familiares y amigos van ocupando en tu corazón el lugar exacto que les corresponde conforme el filtro del tiempo comienza a funcionar. Finalmente descubres a quienes añoras y a quienes simplemente recuerdas. Lo curioso es que el sentimiento suele ser recíproco, por eso no abundo más en ello. Olivero, ¿dónde te coloco?

De todas maneras vivir hogaño lejos de casa no es lo mismo que antaño. La sensación de soledad que embargaba a los emigrantes que nos precedieron tenía fundamento, mientras que ahora  puedes evitar o, en el peor de los casos, paliar el desamparado emocional con ayuda de la tecnología. Acordándome en este momento de mi prima Liliana, me pasa por las mientes el ejemplo de nuestros abuelos. Parte de la rama Yánez emigró a la Argentina hace ochenta años, sabiendo quienes embarcaron que nunca volverían a ver a esos padres y amigos que dejaban en España. También ellos lo sabían. Y así fue, sucedió como en tantas otras familias divididas por la necesidad. Que duro, que poco equitativo ha sido el destino: ellos no tuvieron otra opción,  nosotros elegimos venir con todo tipo de comodidades y garantías (sabáticos, estancias breves) o se lo aconsejamos a nuestros hijos (Erasmus). Por eso, muy brevemente y casi de pasada, merecen que una llamita en la memoria recuerde y agradezca el sudor que derramaron para abonarnos el presente. Esa llamita es la que también nos insta a cumplir el compromiso adquirido de mejorar el futuro de nuestros descendientes..

Es cierto que hoy todo es distinto porque la separación de los seres queridos es sólo un alejamiento físico por mor de la telefonía móvil y de los ordenadores. My mother in law, mento un caso cualquiera elegido al azar,  pasa más tiempo with us in the love nest que cuando vivíamos en Málaga. Gracias al Messenger nos visita a diario. Parecía al principio que el desconocimiento de los intríngulis del sistema informático no le iba a permitir más que un aséptico chateo sin voz ni imagen. Lo normal, para no andarnos con eufemismos. Pero nada de eso, un día establecimos comunicación oral y de dos semanas a esta parte hasta nos vemos por la videocámara. Todo un logro, si señor.



Esta imagen no tiene relación con el texto pero es bonita y hay que ir dándole salida a las fotos de Lady Messy.

Los escarceos entre my wife and  my mother in law comienzan a partir de las 20,00 horas. Por situarnos un poco, cuando the happy boy aún está por acostar, los amigos intentando localizarnos y yo aguardando turno para escribir algunos mails en el portátil de my wife (mi Mac está en la Durrell). Cualquier zumbido procedente del ordenador nos advierte que puede haber novedades. Negativo, seguimos esperando, pero sin darle otro uso al laptop para evitar colapsarlo. Si una noche me despisto y le digo a Lady Messy:
- ¿Vamos al pub a tomar una cerveza?
La respuesta es contundente:
- Estoy esperando que mi madre se conecte.
- Claro, no había caido. ¡Qué silly soy!
O más tarde, cuando ya han parloteado lo suyo y se han desconectado, cuando (again) sentado en el lecho conyugal pregunto:
- ¿Te vienes a la cama? Esta noche…
- En cuanto vuelva a hablar con mi madre, my hero. ¿Te molesta si dejo la luz encendida hasta que termine? (obsérvese que Lady Messy omite lo de non qualified por recato conyugal).
- Claro que no, darling, claro que no.

Finalmente el ordenador crepita. ¡La llamada, por fin la llamada! En efecto, es ella, my mother in law.
Sucede a menudo, quizás habitualmente, casi siempre me parece excesivo, que en ese momento my wife está ocupada en alguna faena de escasa monta pero inaplazable. Lógico pues que me pida:
- My hero, es mi madre, ¿puedes aceptar la llamada y hablar con ella mientras yo termino?
- Yes, yes, no problem.

Y ahí me tenéis, amigos y seguidores, haciendo de telonero delante de la pantalla mientras Lady Messy viene a tomarme el relevo.
- Buenas noches, ¿cómo estamos?
- Bien milady, and you? –respondo con reverencia.
- En cristiano, muchacho, que yo soy de Extremadura y allí hablamos para que se nos entienda. ¡Uuuuh! Por lo que veo nos hemos puesto ya el pijama. Y eso que ahí es una hora más temprano que aquí, como en Canarias.
Cago en… (pienso para mis adentros). Se me olvidaba la dichosa camarita y que en estos momentos el love nest se ha convertido en la casa del Gran Hermano. Dignamente me repongo y dejo que la facundia contenida de my mother in law haga el resto.



Instantánea de la pantalla del Messenger durante un animado diálogo entre the non qualified  hero and their mother in law. Los elementos emergentes no son responsabilidad de our hero, si acaso fruto de su impericia para suprimirlos.


Una vez cumplida mi función, Lady Messy me sustituye, la conversación se prolonga, me recuesto en el catre, refugiándome de la luz con la almohada el sueño me vence y, cuando creo percibir un nuevo zumbido del ordenador, me doy cuenta de que es el despertador tocando diana. ¡Y dale Perico al torno!, iniciamos un nuevo día (véase entrega III del blog).

Que gran invento el Messenger. Y pensar que todavía nos queda el Skype por explorar. Pero claro, José Carlos se me va a Uruguay y ahora a quién le pido yo que me asista en trances como éste, cuando antes él me los resolvía en un abrir y cerrar de ojos.

Dear guys, la entrega de hoy ha llegado a su fin. Pedidle a God que le diga a los del Ministerio que me concedan la ayuda. Yo es que pongo un circo y me crecen los dwarfs. Ahora the happy boy eats como una lima. Los cereales matutinos se los bebe, la pasta la compramos por arrobas y el chocolate por lingotes. Por cierto, la entrega de mediados de noviembre, San Alberto, va dedicada a él. No os la perdáis si queréis poner a prueba vuestra sensibilidad. Pero antes de que esto ocurra see you on Halloween, o quizás antes porque se me agolpa la información. ¡Ah!, me acabo de acordar del episodio del conejo y las ortigas. Bueno, ya os lo cuento otro día. Bye.

3 comentarios:

  1. Hola familia, por fin puedo volver a seguiros. Muchos besos para los tres, en especial hoy para tí non qualified hero, feliz cumpleaños, un poco tarde según hora peninsular, pero aún a tiempo según hora británica. Como estamos un poco lejos, mi regalo es que tienes un nuevo seguidor oficial, felicidades.
    Ya sé que no os sobra el tiempo, ni sobre todo los ordenadores, pero deberías hacer estos capítulos más amenudo, se nos hacen muy cortos y espaciados en el tiempo. Un abrazo muy fuerte cuñado y beso para todos.

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  2. Hola, la verdad que me emocione mucho al leer tus líneas sobre los inmigrantes, sobre todo yo que vivi el dolor de mis abuelos por haber dejado a sus seres queridos allí en Andalucia pero hoy gracias a la tecnologia nos podemos mantener comunicados con mas frecuencia y me alegra que Paqui pueda comunicarse con su madre y ver por la camarita lo que le debe hacer menos triste la distancia y el contacto con sus seres queridos.
    Sigo muy atenta a tus entregas poder de este modo saber de ustedes. Les mando muchos besos a los tres con todo cariño.

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  3. Hola Mario. A ver. ¿Dónde me colocas? Pues ni entre los que añoras ni entre los que simplemente recuerdas, claro está. No puedes añorarme porque lo que te gusta de mí lo sigues teniendo: el moscacojonerismo. Ni entre los que simplemente recuerdas porque me encuentras hasta en el facebook, y eso que apenas lo toco. Ya es mala suerte. Un fuerte abrazote.

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